El verdadero siervo, el siervo bueno y fiel, mantiene el pensamiento enfocado en la voluntad de su Señor. Y eso no es de vez en cuando. ¡No! Esté en la iglesia, en casa, en la calle, en fin, en cualquier lugar.
No creo que Dios tenga siervos esporádicos. O se es Su siervo 24 horas por día y los 365 días al año o no se Lo sirve. O se es Templo del Espíritu Santo o no.
A causa de eso, quien sirve al Altísimo tiene consciencia de sus responsabilidades y no renuncia a ellas por nada. Familia, amistades o cualquier compromiso jamás interfieren en la prioridad de su servicio al Señor. Él ocupa los pensamientos del siervo permanentemente porque Él es su Señor, su Dueño, su Padre.
Lo más glorioso en el servicio al Señor son las inspiraciones de Su voluntad dadas por el Espíritu Santo. El siervo no tiene duda en lo que se refiere a la voluntad del Señor; sabe lo que tiene que ser hecho y lo hace. Mientras tanto, el Señor solo espera que Su voluntad sea ejecutada. Y más aún: Él nunca pide lo imposible. Todo lo que Él pide es lo que se puede dar o hacer.
Más allá de eso, el siervo bueno y fiel sabe cómo agradar al Señor. Es lo que se ve en la parábola de los tres siervos (Mateo 25:14-30). Inmediatamente después de haber entregado los talentos, el Señor viajó. Ellos ya sabían lo que tenían que hacer. Con nosotros no es diferente, pues Su Espíritu está dentro de nosotros.
Si alguno Me sirve, sígame; y donde Yo estuviere, allí también estará Mi servidor. Si alguno Me sirviere, Mi Padre le honrará. Juan 12:26
Que el Espíritu de Dios Se sirva más de Sus siervos y despierte la misma fe en los demás.