Así como el Altar representa al Dios Altísimo, el sacerdote representa al siervo del Altísimo. El sumo sacerdote en el Tabernáculo y, más tarde, en el Templo, simbolizaba al Siervo Mayor: Jesucristo. El Mesías vino para servir al Dios Padre y a los que Lo siguieran.
Ahora bien, si el Hijo de Dios fue Siervo hasta la muerte, cargando la maldición del pecado de toda la humanidad y, debido a eso, tuvo que aprender obediencia, (servir) por lo que padeció (Hebreos 5:8), ¡imagínese la calidad de servicio que el Dios Padre espera de Sus siervos!
El Dios Hijo sirvió como ejemplo o referente de Siervo para todos Sus discípulos. Por lo tanto, nadie podrá disculparse por no saber cómo servir al Dios Padre.
“Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Esto es Mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de Mí. De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el Nuevo Pacto en Mi sangre, que es derramada por vosotros”. Lucas 22:19-20
Cuando el Señor partió el pan y se lo dio a los discípulos, Él los sirvió, de la misma forma, cuando les dio la copa, también los sirvió. Quiere decir: Él no sirvió solo con palabras, sino con actitudes sacrificiales.
Así tiene que suceder con Sus verdaderos seguidores. Caso contrario, no habrá ninguna relación de estos “supuestos siervos” con el SEÑOR. Por eso Él también dijo:
“No todo el que Me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace (sirve) la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos Me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Jamás os conocí; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad”. Mateo 7:21-23