Quien piensa que el único evento capaz de movilizar a personas de todas las nacionalidades al mismo tiempo es la Copa del Mundo, se engaña. Comenzó el 10 de junio uno de los mayores movimientos de purificación de la historia: el Ayuno de Jesús. Mientras parte de la población mundial se abastece de la información bombardeada por todos los medios de comunicación, otra parte se sacrifica en un proceso de limpieza espiritual.
Durante 40 días, hasta el 19 de julio, los integrantes de la Universal de todos los continentes están absteniéndose de la información secular que todos los días llenan sus vidas sin traer nada bueno y se empeñan en tener una comunión mayor con las cosas espirituales.
El responsable de la Universal en Israel, el obispo Aroldo Martins, afirma que los participantes del propósito en Tierra Santa ven el Ayuno de Jesús como “una oportunidad para volverse de cuerpo y alma a las inspiraciones de Dios al estar menos involucrados con cosas que tanto nos contaminan”.
En Japón, por ejemplo, donde la tecnología está enraizada en la vida de cada ciudadano, quien está haciendo el Ayuno de Jesús tiene las mejores expectativas. “Además de nacer de Dios y recibir el Espíritu Santo, sabemos que el Señor Jesús en el ayuno de 40 días venció, en el desierto, las tentaciones. Hoy, porque sabemos que tiene un propósito netamente espiritual, invertimos todo y mucho más”, dice el responsable de la Universal en el país, el obispo Randal Brito.
La mejor elección fue dedicarse exclusivamente a Dios
Todos nosotros enfrentamos situaciones difíciles, para muchos la única alternativa para solucionar los problemas es la muerte. Sin embargo, hay otra alternativa, es posible nacer de nuevo, nacer de Dios. Luciana Lamas quería morir, no sabía cómo llenar el vacío que sentía en su corazón hasta que comprobó el poder de Dios en la Universal y toda su vida fue transformada.
“En mi adolescencia llegué a la Universal con un deseo enorme de quitarme la vida. Era una persona triste, depresiva y con un vacío enorme en mi interior. Ese vacío que sentía hacía que no hubiera día en que no llorara en mi cuarto. Dentro de mí había odio, rencor, en sí, era una persona espiritualmente muerta.
Al participar de las reuniones de la iglesia fui entregándome a Dios y liberándome de los pensamientos de muerte. Cuando tuve la oportunidad de participar de un propósito especial de ayuno audiovisual para fortalecer mi relación con Dios, me dediqué a edificar mi fe y tuve una maravillosa experiencia con Dios.
Fue en ese momento que mi carácter cambió. La tristeza, el odio y el rencor desaparecieron. Todo lo que me hacía estar mal salió de mí y el Espíritu Santo entró en mi vida llenando el vacío que había en mi interior. Hoy soy muy feliz, tengo lo más importante, el Espíritu Santo. Él me dio muchas ganas de vivir y de llevar la vida y la alegría que tengo a otras personas”, cuenta feliz Luciana.
Ella concurre a la Universal de Salta en Carlos Pellegrini 320.
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