Brenda: “Cuando llegué a la Universal, era una persona de muy mal carácter, estaba triste por el divorcio de mis padres.
Me sentía sola y a los 14 años empecé a salir con un chico para sentirme mejor. Fue así que conocí el alcohol y las drogas, llegué a degradarme como persona durante mucho tiempo.
Llegué a la Universal, me liberé, me arrepentí y me bauticé en las aguas. Pasó un tiempo y llegó la oportunidad de participar del Ayuno de Daniel.
Yo no estaba bautizada en el Espíritu Santo y con el pasar de los días me iba fortaleciendo más. Yo estaba acostumbrada a estar informada todo el tiempo y no hacerle caso a eso es difícil. Se me dificultó porque dejé de usar las redes sociales y de a poco fui entendiendo lo importante que era la desconexión.
No es cómoda la situación, porque estamos acostumbrados a enterarnos de todo en el momento, pero es cuestión de proponérselo. Durante una reunión escuché sobre la importancia de la entrega y me di cuenta cuál era mi problema. Trabajé para superar esas limitaciones, fui sincera y Dios me bautizó en el Espíritu Santo. Fue una experiencia totalmente diferente. Yo encaro los problemas de otra manera, sabiendo que Él está conmigo. No se puede explicar con palabras lo que se vive, nunca me siento sola. Cada situación difícil que paso me hace más fuerte. Yo recomendaría que participen del Ayuno de Daniel”.