Ser una persona diferente dentro de un grupo todavía es motivo de persecución, discriminación y humillación. La joven Anny Caroline (foto al lado) vio cómo su vida cambiaba aun en su infancia, cuando sus compañeros le hacían bullying. Ella era una muchacha tranquila y, por no hacer las mismas cosas que hacían los demás estudiantes, siempre se burlaban de ella. “Recuerdo que mis compañeras me obligaron a estar con un muchacho porque yo nunca había besado a nadie. Desde entonces, estaba aterrada y el mal comenzó a actuar en mi mente”, dice.
Todo este tormento que vivió en la escuela desencadenó una depresión y ella comenzó a no querer salir de la casa. “Comencé a tomar medicamentos, pero no mejoraba, la cantidad de medicación aumentó a seis por día”, recuerda. Además del desánimo y de la infelicidad, la joven comenzó a tener dolores de cabeza fuertes y frecuentes.
La tristeza se convirtió en algo normal en su vida. El vacío del alma aumentaba y, por eso comenzó a buscar maneras para llenar ese vacío. “Comencé a ir a shows, fiestas, tomaba mucho y fumaba marihuana. Como no se solucionaba nada, intenté terminar con la soledad buscando novios. No podía estar sola, lloraba, me sentía mal y perdida”, relata.
El dolor en su interior empeoraba. Para aliviar la desesperación y la angustia, Anny comenzó a cortarse. Para llamar la atención de las personas, ella cambió su manera de vestir y su comportamiento. “Me convertí en una joven rebelde, las peleas eran constantes en casa. Yo trataba a mis padres como si fueran basura, los maltrataba mucho. Insultaba a mi padre todo el tiempo y le tenía bronca sin ningún motivo. Pensaba en cómo podría matarlo”, dice.
Su lucha contra los pensamientos de muerte era diaria. Preocupado con las fuertes migrañas que tenía ella, su novio la llevó a una Reunión de Liberación en la Universal. La joven no quería, pero al oír la prédica, aceptó recibir ayuda y comenzó a buscar a Dios. “Si no hubiera entrado a la Universal aquel día, ahora estaría muerta, porque cada día los pensamientos de muerte aumentaban”, recuerda.
La joven perseveró durante cuatro meses para liberarse de los males que asolaban su alma. Ella decidió asumir un compromiso con Dios y se bautizó en las aguas. “Tuve la oportunidad de ir a una vigilia de la Fuerza Joven Universal y allí tuve mi encuentro con Dios. A partir de ese día, no tuve más pensamientos malos, comencé a quererme más y a valorarme”, destaca.
Hoy, Anny tiene una vida transformada, fue curada de los dolores de cabeza, tiene un matrimonio feliz y una buena relación con su familia.
Reunión de liberación
Libérese de lo que le impide proseguir. Todos los viernes a las 8, 10, 16 y 20h, en Av. Corrientes 4070, Almagro y en todas las Universal.
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