“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” Mateo 5:4
¿Cuál ha sido el motivo de las lágrimas?
¿Dónde buscar el consuelo?
¿Qué hacer para que termine?
¿De quién depende el fin de la tristeza?
¿Mirar desde otro ángulo lo resuelve?
¿El dolor es por sí mismo?
¿Hay cómo pedir ayuda?
Si es por otra persona, ¿qué se puede hacer?
¿El dolor es físico o emocional?
¿Es por algo en el pasado, en el presente, o en el futuro?
¿Esta tristeza está ahí todo el tiempo o es circunstancial?
¿Este dolor puede traerles tristeza a terceros?
¿Es posible tener esperanza para sanar o no hay solución para lo que sucedió?
Cuando se hacen todas las preguntas y las respuestas no traen soluciones, al contrario, tal vez las respuestas existan, pero causen aún más dolor, solo ore.
El Consolador hará lo que solo Él puede hacer.
El Espíritu Santo intercede por nosotros junto al Padre, ¡confíe!
Confíe, aunque llore, ¡el Consuelo vendrá!