“Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.” (Santiago 1:26)
El Señor Jesús no creó una religión. Él instituyó el Reino de Dios. Las personas que componen tal Reino, o Iglesia, viven sujetas al señorío de Jesús. Viven el patrón de la justicia del Reino de Dios. Como un cuerpo, Él es El Cabeza, y Sus discípulos, los miembros.
Ese Cuerpo posee Un solo Espíritu, el Espíritu Santo; un solo corazón, el nuevo corazón; una sola mente, la mente de Cristo; un solo pensamiento, el pensamiento de la Palabra de Dios; una sola fe, la fe sobrenatural; un solo carácter, el carácter de Dios; una sola dirección, la dirección del Espíritu de Jesús.
Nadie que está afuera de este Cuerpo, pertenece al Señor Jesús. No sirve de nada confesarlo como Señor, y no obedecerlo; invocarlo, y no oírlo; frecuentar una institución llamada iglesia, y no comportarse como dice la Biblia.
Para formar parte de Él o de Su Cuerpo, hay que nacer del agua y del Espíritu Santo. Cualquier cuerpo extraño en Ese Cuerpo, tarde o temprano será vomitado, a ejemplo de la comida ingerida en mal estado. Roces, chismes, malos ojos, prejuicios, críticas por parte de alguien que se dice cristiano, en realidad, son algunas de las señales de la carnalidad existente en los religiosos. No en el Reino de Dios o en Su Iglesia.
Ser cristiano es estar poseído y dirigido por el Espíritu de Cristo. Lea, medite y saque sus propias conclusiones, en este texto del apóstol Pablo a los recién cristianos que vivían en Roma: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” (Romanos 8:9)
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Sea realmente miembro de este Cuerpo.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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