La complejidad del cuerpo humano, su estructura, su funcionamiento, entre otras cosas, reflejan la grandeza de Dios. ¿Cómo argumentar que esta gran creación se creó a sí misma? Indudablemente, el Creador estuvo detrás de esa obra.
El doctor en Matemáticas, de la Universidad de Oxford y Filosofía de la Ciencia en el Green Templeton College, John Lennox, expresó: “Cuanto más comprendo la ciencia, más creo en Dios por la maravilla de la amplitud, sofisticación e integridad de Su creación”.
Cuando el Altísimo creó al ser humano, también le dio la libertad y la responsabilidad de elegir lo que cree que es mejor para él. Sin embargo, durante toda la historia de la humanidad, gran parte de las personas tomaron decisiones que, en muchas ocasiones, las condujeron a la autodestrucción.
A lo largo de los años, por ejemplo, surgieron vicios, como el tabaco y diferentes tipos de drogas, que afectaron la salud y destruyeron la vida de millones de personas en el mundo. Pero, como si esto fuera poco, algunas personas han transformado actividades cotidianas en un vicio, como los videojuegos, las dietas, las compras, los tatuajes, las cirugías plásticas, el internet, el alcohol, entre otros, y esto también se vuelve algo nocivo para la salud física y mental.
¡Sea sabio!
Lo que muchos no notan es que, los seres humanos, somos almas habitando en un cuerpo físico. Por lo tanto, es la responsabilidad de cada uno de nosotros no dañarlo y cuidarlo sabiamente, a través de la alimentación saludable, la hidratación y los ejercicios físicos. Porque, si el ser humano lo destruye con los excesos y las “modas” que el mundo le ofrece, desagradará al Señor.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1 Corintios 6:19
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