Al ver la entrevista que usted le concedió al programa Conexión Repórter, este último domingo, en SBT, nació dentro de mí una indignación. A cada palabra que usted decía una llama quemaba en mi pecho. Quizás sea osadía mía hablar así, pero me veo en usted, pues soy una persona tímida que lucha para no ser dominada por esa timidez, y tengo sed de ganar almas para mi Dios.
Después de la entrevista, me encerré en el baño de mi casa, puse mi cara en el inodoro y hablé con Dios, Le dije que al terminar esa oración y salir no quería ser más la misma Janiere Freitas, no para glorificarme, sino para glorificar el Nombre de mi Señor.
Quiero ser la mejor profesional de mi trabajo, la mejor hija para mis padres, la mejor esposa, la mejor madre, la mejor hermana, la mejor amiga, la mejor obrera de mi iglesia, la mejor integrante del Grupo Ester de Brasília. Donde yo ponga mis pies, sea en la calle, en el trabajo, en la panadería, en el banco, quiero que las personas vean al Señor Jesús a través de mi vida y de mis actitudes.
O es, o no es. Sin embargo, sé que tengo que dar más de lo que he dado, más que todos, pues quiero ser un referente por donde vaya. Es eso mismo, “quien no da, desciende”, y no quiero descender, quiero “subir”. Subir para glorificar a mi Rey y Señor, el Dios de la Iglesia Universal, el Dios del obispo Macedo, el Dios de Abraham.
Tengo 40 años de edad, 26 de ellos en la Universal y en la Presencia de Dios, y me pregunto:
¿Cuánto tiempo más tengo de vida aquí en este mundo? ¿Qué hice? ¿Qué di? ¿Cuántas almas salvé? ¿Qué conquisté?
Después de esta entrevista, perdí el sueño cuestionándome el por qué de servir a un Dios tan grande y tener una vida tan pequeña.
Obispo, no quiero ser más una en medio de la multitud, quiero más, quiero hacer historia, quiero dejar la historia de la fe, de mi vida, para que mi hijo pueda contárselo a mis nietos.
Aún no sé qué ni cómo, pero tengo la certeza de que después de esa oración que hice en el baño no soy más la misma y no voy a dejar de dar, pues quien no da, desciende. Es dando que se recibe, es dando que subimos.
Sabiendo que la principal entrega, la principal donación no es material, sino que es la vida, toda la vida sin reservas. Por eso, doy toda mi vida a mi Dios.
¡Amén!
Janiere Freitas – Brasília/DF