Mónica: “Antes mi vida era gris, triste, sin poder avanzar en las cuestiones económicas. Hace más de 25 años que alquilaba y finalmente pude tener mi propiedad. Dios me bendijo porque recibí tierras en una provincia. Fue un milagro. Las puertas se abrieron para mí y para los que me rodean”.
“Estaba sin trabajo y vivía en la casa de mi hermana. Vine y se fueron abriendo las puertas. Me debían dinero y lo pude cobrar. Hice un Pacto con la Palabra, empecé una suplencia de encargado de edificio y en poco tiempo me dieron las llaves del departamento de la portería para poder vivir ahí”.
Néstor: “Me chocaron el auto y tenía muchos problemas para cobrar el seguro. Vine todos los lunes y, a pesar de las trabas, pude cobrar el seguro. Por otro lado, tenía que cobrar el dinero de una propiedad y todo iba en contra. Finalmente me confirmaron que el lunes se firma la escritura de venta”.
“Cuando hice el Pacto con la Palabra conquisté un gimnasio. Antes tenía uno con capacidad para 20 alumnos, el de ahora tiene 400 metros cuadrados. Además, pude conquistar mi auto, compré una casa en San Clemente y abrí mi consultorio de masajista. Dios cambió por completo mi situación”.
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