El dolor de ser rechazado por la criatura que Él creó para que fuesen hijos …
El dolor de quedarse separado del Padre y del Espíritu Santo para poder cargar nuestros pecados e iniquidades …
El dolor de “conocer” la muerte para que conozcamos la Vida eterna …
Todo lo que pasamos para guardar nuestra fe, buena conciencia y salvación, se reduce a cero cuando recordamos lo que nuestro Señor enfrentó.
Y, un detalle, nosotros nos tenemos unos a los otros en los momentos difíciles, pero el Señor Jesús ¿a quién tenía?
Solo a la fe de que vencería, porque HABÍA OBEDECIDO AL PADRE EN TODO.
¡Fuerza! ¡Eh!