La hiperhidrosis es una enfermedad que sufre el 1% de la población y consiste en un desorden caracterizado por la transpiración excesiva. En el 95% de los casos no se conoce el origen. La opinión de una especialista.
La hiperhidrosis es una enfermedad que, según se estima, sufre el 1% de la población y consiste en un desorden caracterizado por la transpiración excesiva. En el 95% de los casos no se conoce el origen, aunque se los relaciona con la ansiedad, el estrés, los nervios; una proporción mínima está ocasionada por problemas endocrinológicos (hiper o hipotiroidismo), obesidad o el consumo de ciertos medicamentos.
Según contó la doctora Leyla Abboud, especializada en clínica estética desde hace 14 años, a diario La Nación tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de los cientos de pacientes que pasaron por su consultorio. “Son personas que no pueden vivir plenamente, tienen problemas en el trabajo, en sus relaciones sociales en general”, dice. “Es mucho más que la incomodidad de llevar dos o tres remeras en un bolso para cambiarse cuando se ven la aureola o se sienten olor”.
La médica precisa que, por lo general, las zonas más afectadas son las manos, los pies y las axilas aunque también hay casos en la frente, los pies y el cuero cabelludo; se observa en igual proporción en hombres que en mujeres y se sostiene durante cualquier época del año, porque más la sudoración surge del interior de la persona más que de la temperatura exterior.
La buena noticia es que la hiperhidrosis tiene tratamientos cada vez más efectivos, que van de lociones, cremas y sales hasta la intervención quirúrgica, una alternativa a la que se recurre cuando otros tratamientos no dieron resultado. Estas cirugías (simpatectomía) se realizan por medio de videocirugía y requieren dos cortes de medio centímetro de diámetro para seccionar la cadena simpática, un sistema nervioso autónomo que regula todas las funciones del organismo, entre ellas el sudor; así se logra anular los síntomas de las zonas afectadas.
El doctor Sebastián Defranchi, cirujano de tórax en la Fundación Favaloro, se explaya en esta operación que desde los años ’90 resulta muy simple y efectiva. “Se realiza en media hora o 45 minutos, el mismo día el paciente vuelve a su casa y a los pocos días ya puede seguir su actividad normal”, describe. “Es un tratamiento definitivo”.
El profesional aclara que tiene los riesgos de cualquier operación y que se realiza en pacientes con sudoración localizada. “La mayor demanda es para manos y axilas, con una efectividad del 99% de los casos”, señala.
Por su parte, la doctora Abbou recomienda la aplicación de toxina botulínica antes de llegar a la cirugía. ¿Cómo actúa? “Lo que hace el bótox es inhibir la secreción de agua de la glándula sudorípara, lo que eso impide que salga el agua en la parte del cuerpo en que se aplica; en esa zona el paciente no transpira”, explica. La diferencia entre este tratamiento y pasar por el quirófano es que las aplicaciones no duran para toda la vida: en general los pacientes se hacen aplicaciones cada tres o seis meses, aunque hay pacientes que lo requieren sólo una vez al año.
El ritmo de vida estresante, sumado a la existencia de tratamientos cada vez más efectivos contribuye a que crezca la cantidad de personas que se acercan a los consultorios por este tema. Tanto pacientes como profesionales insisten en que es una enfermedad que se minimiza, pero que inhibe una parte importante de la vida social.