Él es la Cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. Colosenses 1:18
No hay nada de malo en decir que somos miembros de la iglesia tal, a fin de cuentas, todos congregamos en una iglesia, pero lo que realmente debemos evaluar es si somos miembros del Cuerpo del Señor Jesús. Pues, delante de los hechos, hemos observado que no basta, por ejemplo, que la persona sea miembro de la Iglesia Universal, y que no lo sea del Cuerpo de Jesús.
Para que seamos miembros de Su Cuerpo es necesario que estemos unidos a la Cabeza. Note que cuando nuestro cerebro da una orden para que el dedo chiquito del pie se mueva, inmediatamente este obedece. Porque, a pesar de la distancia, el dedo está unido 24 horas del día al comando que sale de su “señor cerebro”.
Pero si este mismo dedo, por alguna razón, estuviera fuera del cuerpo, aunque el cerebro gritara para que se moviera, ¿obedecería? ¡De ninguna manera! Entonces, el cuerpo humano funciona de forma armoniosa y muy bien sincronizada con el cerebro, porque la obediencia es algo que sus miembros se toman muy en serio, llega a ser automático. El cerebro da las órdenes e, inmediatamente, todos obedecen, entonces hay vida en ese cuerpo. Así tiene que ser con el Cuerpo de Cristo, Sus miembros jamás pueden luchar contra una orden que el Cerebro llamado JESÚS da a través de Su Palabra.
Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. Efesios 4:15-16
Si el “Cerebro Jesús” dice:
Entrega tu vida en el Altar, hay que entregarla.
Si dice ora, hay que orar.
Si dice perdona, hay que perdonar.
Si dice toma una actitud de fe, hay que tomarla.
Si dice deja ese pecado, hay que dejarlo.
Si dice sacrifica, hay que sacrificar.
Si un miembro del cuerpo humano es arrancado, en poco tiempo se pudre, se seca y desaparece. Muchos pastores y obreros un día estuvieron unidos al Cuerpo de Cristo, pero, con sus desobediencias a la Palabra de su “Cerebro Jesús”, se desligaron, y hoy se encuentran en una situación calamitosa, casi irreversible.
Si hay una ejecución inmediata de las órdenes del “Cerebro Jesús”, los miembros crecerán, serán saludables y prósperos en el avance de las conquistas y, sobre todo, de la Salvación. En caso contrario, usted es miembro solo de una denominación, del cuerpo de pastores y de obreros, pero no forma parte, por lo menos aún, del Cuerpo del Señor Jesús.
¡PIÉNSENLO!
Colaboró: Sergio Correia