Nancy Enriquez era muy nerviosa e impulsiva, siempre reaccionaba de manera violenta. Ella recibió el Espíritu Santo y cambió por completo.
“Maltrataba a mis hijos, me ponía nerviosa y me desquitaba con ellos. Cuando me veían nerviosa, se alejaban porque me tenían miedo y mi esposo ya no quería conversar conmigo porque siempre terminábamos mal. Era muy impulsiva, discutía y terminaba a los golpes. Si peleaba con mi esposo terminaba tirando las cosas, gritaba más porque quería tener la razón.
En mi interior había un vacío, una tristeza, porque no podía controlarme. Cuando veía a mis hijos de noche, me decía que no los iba a volver a golpear, pero al perder la paciencia volvía a maltratarlos. Eso me hacía estar depresiva. A raíz de una infidelidad de mi esposo nació en mí un odio, una bronca, deseos de morir y de matarlo. Empecé a descuidar mi casa y a mi familia. Recuerdo que no había nada positivo para mí.
No podía disfrutar nada, porque nada me llenaba, así llegué a la Universal. Un día escuché hablar del Espíritu Santo y nació en mí una curiosidad que se convirtió en el deseo de cambiar de verdad. Entendí que el Espíritu Santo era poder adentro nuestro, entonces pensé que yo podría hacer todo lo que me propusiera si tenía el Espíritu Santo. Comencé a buscarlo, me levantaba de madrugada y oraba, pasó a ser lo primero en mi mente. Un día recibí el Espíritu Santo y a partir de ese momento todo cambió en mí, primero fue mi carácter, dejé de ser impulsiva, no soy más nerviosa. Ahora tengo paciencia con mis hijos, les doy un cariño sincero y ellos disfrutan estar conmigo. Con mi esposo podemos hablar, llegar a un acuerdo, porque mi pensamiento cambió. Tengo paz y todos los días soy feliz. Mi vida tiene sentido desde que recibí el Espíritu Santo”.
[related_posts limit=”15″]