Quien tiene el Espíritu de Dios tiene todo; no tiene límites, todo lo puede. Y no es porque está escrito “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) , sino porque su condición es como la del sol, tiene Luz propia. No es como la Tierra o como la luna que dependen de la luz solar. Sino que, tiene el Espíritu Santo y es espíritu. (Juan 3:6). Posee la Fuente de la vida dentro de sí. También es una fuente de Luz para los que están en tinieblas.
El Espíritu Santo es el Compañero en todos los momentos: Él es Confidente, Amigo, Dios Padre con nosotros, es el Salvador, es el Señor Jesucristo con nosotros, es el Consolador; por eso, no somos rehenes del corazón. Es el Compañero fiel a cualquier prueba; nunca estamos solos. Él hace fuerte al débil, da vida al muerto, salud al enfermo, libera a los cautivos, hace justicia a los que sufren injusticias, remueve de la prisión a los encarcelados, da la vista a los ciegos, da alegría a los tristes y abatidos.
¡Somos fuertes por qué Él, es nuestra Fuerza, por esa Fuerza vencemos el infierno, el mundo y a nosotros mismos! (1 Juan 5:4) Estamos seguros, porque Sus alas nos cubren. No hay miedo que nos asuste, porque Él es nuestro Refugio. ¿Quién podrá detenernos si Él está con nosotros?
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es SEÑOR, el cual creó los confines de la tierra?
No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
Pero los que esperan en el SEÑOR tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. ISAÍAS 40:28-31
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