La rutina de la mayoría de las mujeres es cansadora: deben despertarse temprano, llevar a los chicos a la escuela, ir al trabajo, pasar por el supermercado, hacer la cena, ayudar a los chicos con las tareas escolares y no olvidarse de darle la debida atención a su marido.
Así ha sido la vida de miles de batalladoras. El cúmulo de actividades genera un estrés intenso, que perjudica a toda la familia, incluso a la persona amada. No pocas esposas se dejan llevar por sentimientos negativos y terminan culpando, acusando y hasta menospreciando al marido. Ese comportamiento no afecta solamente a la buena convivencia en el hogar, pues una pareja en conflicto provoca problemas en los hijos, sino también a la salud del compañero. Eso es lo que indica una investigación realizada por el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de Michigan, en los EE. UU. El estrés de la esposa afecta directamente la presión arterial del marido y esa influencia tiende a aumentar con el paso del tiempo, ya que, al envejecer, los hombres dependen cada vez más de sus compañeras para lograr estabilidad emocional y apoyo.
Los especialistas coinciden en que cuando uno de los dos cónyuges trae los problemas externos a la casa, los niveles de tensión aumentan. Para garantizar más salud y menos estrés, recomiendan realizar ejercicio físico, dormir bien y realizar actividades placenteras en pareja, como paseos.
En su blog personal, Viviane Freitas resalta que no se debe cuidar únicamente la parte física, sino también la espiritual. Ella cuenta cómo hizo para liberarse de este mal moderno y recomienda: “Prioricé a Dios en mi vida. Al despertarme, hablo con Dios con sinceridad. Después, leo un pasaje bíblico. Tengo muchas responsabilidades, pero todas están bajo control porque el Autor de la vida me ha guiado”.
Cuando los niveles de estrés están al máximo, la capacidad para pensar con claridad es casi nula. Así, el riesgo de actuar por impulso y ofender al compañero es inminente. Por eso, en vez de “explotar” con ataques y actitudes que perjudicarán la relación y la salud, recuerde quién es él y cuán importante es para usted.
El Altar reconstruyó su matrimonio
Silvia: “Antes de llegar a la Universal sufrí mucho, sobre todo en el aspecto sentimental.
Mi padre era alcohólico, crecí en un hogar destruido. Mis hermanos fracasaron en lo amoroso, uno se divorció, la otra estaba soltera y yo con 14 años empecé a salir a tomar y a bailar. Con 18 años conocí a quien hoy es mi esposo, estuvimos tres meses de novios y nos juntamos. Al principio todo iba bien, hasta que nació mi hijo. Mi esposo se quedó sin trabajo, empezamos a depender de familiares para todo y, para colmo, mi esposo empezó a tomar. Me pasaba lo mismo que había sucedido con mis padres. Cuando nació nuestro segundo hijo y la situación empeoró. Mi esposo llegó a ir al mercado a revolver lo que tiraban para poder comer.
Gracias a Dios conocimos la Universal y empezamos a luchar. Si bien no fue fácil, de a poco la situación mejoró. Mi matrimonio cambió y somos muy felices.
Por el lado económico, abrí mi negocio y mi esposo tiene su emprendimiento, también tenemos nuestra camioneta. Todo lo logramos sacrificando en el Altar, participando de la Hoguera Santa”.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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