El Evangelio significa «buenas nuevas» y es la revelación por la cual Dios nos salva a través de la Gracia de nuestro Señor Jesucristo. Por intermedio del Evangelio, el ser humano es salvado por la fe en Aquél que consiguió cumplir toda la Ley, sin faltar absolutamente en ningún punto, es decir, Jesucristo.
El fruto del Espíritu Santo proviene del Evangelio que significa las buenas noticias de la gracia de Dios para todos los que depositan su fe en el Señor Jesús, pues es Él quien nos concede el Espíritu Santo y, por consiguiente, los frutos y los dones para el crecimiento de Su Iglesia. Aquí se detalla una cualidad única para quien vive con Dios…
La Fidelidad
La fidelidad, en el original griego, tanto puede significar una actitud de confianza como también de fe.
La fidelidad es una demostración del carácter leal y fiel al Señor Jesucristo, por causa de la confianza total en Él. A través de la conversión al Señor Jesús, el alma humana pasa a ser dependiente de Él por su entrega total. Esto es confianza o fe, que a su vez produce la fidelidad propiamente dicha.
Muchas personas cristianas han sido fieles al Señor Jesucristo, cuando las condiciones son favorables; cuando los vientos son favorables, no falta dinero, la familia está sana, etc. entonces son leales al Señor Jesús, de la misma manera como procedió Pedro, mientras estaba con el Maestro.
No obstante, cuando aparecen las aflicciones, persecuciones, falta de dinero, etc, muchos dejan de mirar para el Autor y Consumador de la fe y critican las condiciones en las cuales se encuentran. Allí comienza el descontento, la tristeza y, en seguida parten hacia la infidelidad, que es consecuencia de la desconfianza y de la duda.
Es fácil ser fiel cuando todo está bien. Cuando las cosas están mal, la fidelidad es un tremendo sacrificio para muchos. Lo que el Espíritu Santo deposita en nosotros, a través de la fidelidad, atraviesa cualquier barrera, transponiendo todos los obstáculos contrarios a la fe. Dios siempre está probando nuestra fidelidad. Es bueno que todos los cristianos mantengan bien abiertos sus ojos espirituales, para que no vengan a perder este hermoso don del Espíritu Santo.
Texto extraído del Libro “Las obras de la carne y frutos del Espíritu” del Obispo Macedo
Lea también
El Fruto del Espíritu 1ª parte
El Fruto del Espíritu – parte 2
El Fruto del Espíritu – parte 3
El Fruto del Espíritu – parte 4