Prestar atención es la capacidad de concentrarse en una persona u objeto mientras se ignora otros de menor importancia. Una cosa es cierta: muchas cosas compiten por nuestra atención, y el motivo es simple. Cada vez que dirigimos nuestra atención hacia algo o alguien, automáticamente, otra cosa o persona ocupa el lugar de atención.
Meditando en las Escrituras, vemos que esa fue la principal estrategia de Satanás para llevar al ser humano a despreciar y a desobedecer a Dios. ¿Cómo? Creando varias situaciones para captar su atención.
En Génesis 3:1 dice:
“Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comeréis de ningún árbol del huerto?”. Génesis 3:1
Está claro que Satanás solo necesitaba captar la atención de Eva. Después de hablarle, esperó pacientemente que la mujer le diera atención. Cuando la obtuvo, ella olvidó todo lo que Dios le había advertido y enseñado, sin siquiera pensar en las consecuencias de su desobediencia.
Algo interesante que puede observarse es que Satanás no se dirigió a Adán, no era necesario, porque sabía que él no le prestaría atención. Sin embargo, dedujo que podría persuadir a la mujer y, con diferentes estrategias, logró captar la atención de ambos:
“Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió”. Génesis 3:6
En ese momento había solo dos personas en el mundo y Satanás creó estrategias diferentes para ambas. Esa misma estrategia fue perfeccionada con el tiempo, y, para cada uno, él tiene una manera diferente de actuar. Hoy, la población mundial es de aproximadamente 8.200 millones de personas (y sigue creciendo); por lógica, este es el número de estrategias personalizadas que se crearon para captar la atención del ser humano.
El mal sigue esperando pacientemente un poco de nuestra atención, sea de forma directa, como con la mujer, o indirecta, como con Adán. Por eso, debemos estar alertas y ser conscientes para ver a qué le estamos prestando atención.
Vale la pena destacar que para perder la visión y la unción solo es necesario darle atención a cualquier otra cosa que no sea Dios y Su Palabra; y listo, la comunión con el Jardín de Dios se perdió.
“Y oyeron al Señor Dios que Se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto. Y el Señor Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí”. Génesis 3:8-10
Dios no quiere que nos escondamos; huir, esconderse y callarse nunca será la manera de encontrar la misericordia de Dios. Debemos entender que con Dios las cosas se tratan de frente, abiertamente y sinceramente, por más que nos genere vergüenza. Poner el orgullo de rodillas será la única manera de restaurar la comunión con Dios y volver al jardín de la comunión con Él.
Lo maravilloso de todo esto es que, a los que se alejaron como Adán y Eva, contaminados por haberle prestado atención al enemigo, sintiéndose condenados y acusados por su propia conciencia, Dios sigue llamándolos y deseando su atención. Su deseo es restaurarnos, removiendo el dolor y el vacío del alma. Sin embargo, es necesario que dejemos ahora mismo de escondernos y que nos presentemos delante de Él con un corazón sincero, confesando nuestras faltas.
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9
Dios ansía que volvamos a Su Jardín Celestial en la Tierra, a través del bautismo con el Espíritu Santo, en comunión e intimidad con Él.
¡Que Dios los bendiga!
Pastor Ogue Santos