Él confesó haber matado a 42 personas, en su mayoría mujeres, una embarazada y una niña de 2 años que, según él, sería de lo único que se arrepiente: pero no había otra solución, el llanto de la niña mientras su madre era asesinada denunciaba el crimen. Hasta el cierre de esta edición, la policía ya había localizado 11 víctimas, 7 sin vida. Todos los relatos de los intentos y de los homicidios confesados por Sailson José das Graças, Natural de Nova Iguaçu (RJ), coinciden con las pruebas encontradas por las autoridades, lo que lleva que la policía crea que el número total de víctimas puede aproximarse a 42, como el relató.
La historia de Sailson recuerda la del vigilante Tiago Henrique Gomes da Rocha, que está preso en Goiânia hace aproximadamente dos meses. Él confesó al inicio que había matado 39 personas para tranquilizar una “voluntad de matar”. Ambos tienen 26 años y elegían lindas jóvenes como víctimas. Sailson dijo que le gustaba estrangularlas y verlas morir encarándolo. Cuando mataba por placer, estrangulaba, cuando lo hacía por encomienda, apuñalaba.
Según su familia, Sailson comenzó a presentar un comportamiento violento a los 11 años de edad, cuando su padre murió. Desde entonces, hizo de la muerte una obsesión y apuñalaba animales. A los 17 años, mató por primera vez a un ser humano, una mujer. Confesó que le gustaba observar por semanas y hasta meses a sus futuras víctimas y que hacía eso para entender sus rutinas y encontrar posibles brechas. Más allá de aclarar que no se arrepiente, dice que, cuando salga de la prisión, volverá a matar. “Es la misma voluntad, no hay solución”, afirmó en la entrevista.
Es imposible explicar una situación tan extrema como esa sin entender el motivo real que está por detrás del deseo de matar. En la visión del obispo Jadson Santos, la persona que tiene ese sentimiento está dominada por el mal. “Ella está fuera de sí y es capaz de manifestarse de diversas formas. Algunas personas se vuelcan al tráfico de drogas y otras al homicidio, depende de la disposición del individuo y de su historia familiar”, revela.
Para volver a vivir en paz, solo existe un remedio: el arrepentimiento, aunque esa persona sea discriminada para siempre por la sociedad y tenga que pagar por lo que hizo.
“A veces alguien cometió un pequeño delito y no se arrepiente y otra persona mató a alguien y se arrepiente. Dios no mira al tamaño del pecado, pero si al arrepentimiento”, argumenta Santos. Y, a partir de eso, es posible volver a vivir en paz.
Si siente que algo está atando sus caminos y no lo deja avanzar, participe este viernes de la reunión llamada “La Hora del Milagro”, a las 8, 10, 12, 16 y 20 h, en la Universal principal ubicada en Avenida Corrientes 4070 – Almagro.
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