Seguramente, en el aspecto económico, usted ha tenido meses muy buenos, buenos, regulares, malos y muy malos. Los vaivenes de la economía han afectado directamente sus negocios o empleo, provocando problemas inesperados y grandes períodos de incertidumbre que parecen no tener fin.
¿Cómo tener seguridad financiera en un mundo frágil que no termina de salir de una crisis y ya está empezando otra? El problema está en el depositario de su confianza. Unos cuentan con propiedades, otros con metales preciosos y hay quienes prefieren asegurar su futuro confiando en una moneda extranjera. Sin embargo, no deja de ser algo terrenal, que tarde o temprano perderá su valor.
Su confianza debe estar depositada en algo Superior, como Dios, que es Eterno y Dueño de todo oro y plata, como dice la Biblia en Hageo 2:8. Si usted se asocia con el Todopoderoso, no habrá crisis que pueda afectar su economía, porque Él le dará la salida.
Prepárese para el mejor semestre de su vida y participe del Congreso para el Progreso este lunes a las 8, 10, 12, 16 y especialmente a las 20 h en Av. Corrientes 4070. Además, traiga una copia de todo lo que represente su problema económico, sea un contrato por cerrar, un juicio trabado, una venta que no se concreta o un proyecto que no puede realizar, para colocarlo dentro del Arca de la Alianza y así lograr una salida efectiva.
Sus historias demuestran que es posible prosperar
Mónica: “Antes de venir al Congreso para el Progreso, mi vida estaba mal en todos los sentidos. Tenía trabajo, pero duraban poco, cada dos o tres meses cambiaba de empleo. Tenía tres hijos para alimentar y para poder darles de comer tuve que comenzar a vender las cosas de la casa. Llegué al extremo de revisar la basura para encontrar comida o cosas para vender.
Mi mamá me invitó a la reunión y gracias a Dios, después de perseverar y usar la fe pude abrir mi negocio. Hoy no me falta nada, mis hijos tienen su trabajo, su propio vehículo, Dios hizo la obra completa en nuestra vida”.
Silvia: “Cuando conocí el Congreso para el Progreso había perdido una casa y terrenos. Trabajábamos pero el dinero se nos iba de las manos y las deudas crecían, estábamos muy mal.
Luché junto a mi esposo y gracias a Dios pudimos cancelar todas las deudas, mi esposo tiene un empleo mejor, con un sueldo tres veces más grande, yo me independicé y en las últimas semanas tuvimos nuevas conquistas. Yo tengo cada vez más trabajo, a mi esposo le aumentaron el sueldo. Ahora, en vez de llamarnos para cobrar o amenazarnos, nos llaman para ofrecernos productos y servicios”.
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