El increíble desempeño de la nadadora china en Londres genera la discusión sobre el precio – personal, social y político – que se paga por el oro olímpico
A fines de julio una polémica se generó en los medios a nivel mundial: las dos medallas de oro conquistadas en los actuales Juegos Olímpicos de Londres por la nadadora china Ye Shiwen, de 16 años, ¿serían fruto del doping?
Los sorprendentes resultados de la adolescente, que batió dos records olímpicos seguidos en los 200 y 400 metros medley, llevándose medallas de oro en ambos casos, llamaron la atención del mundo entero. En una entrevista el periódico inglés “The Guardian”, John Leonard, presidente de la Asociación de Técnicos de Natación de los Estados Unidos, generó las sospechas. Ye venció los 400 metros medley con amplia ventaja en relación a la segunda posición – de los Estados Unidos, de ahí la molestia de Leonard.
Pero no fue solo el empleo de sustancias ilícitas que fue llevado al centro del escenario por los medios. El sistema de entrenamiento prácticamente militar al que son sometidos los niños chinos que tienen talento para algún deporte también ha sido muy debatido.
A la luz de la discusión, el reportero británico David Jones, del periódico “Daily Mail”, cuya recién aumentada edición online ha alcanzado un número sorprendente de lectores/internautas, escribió un largo artículo abordando el caso de la “Sirena Mandarín”, como Ye se hizo conocida.
Entrenamiento casi militar
El texto de Jones remonta a una antigua entrevista, que él mismo le hizo a la nadadora Petra Schneider, que dejó al mundo con la boca abierta en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, representando a la entonces Alemania Oriental. En la misma prueba de los 400 metros medley, ella prácticamente humilló a sus adversarias de otros países con su performance.
Ese asombro duró 18 años, cuando Jones la entrevistó, y Schneider reveló la triste realidad de las atletas de antes de la unificación alemana. Siendo aún una niña, fue retirada de la escuela y de su seno familiar (que no podía oponerse) por las autoridades gubernamentales, y llevada a un campo de entrenamiento. Allí pasó a vivir exclusivamente para el entrenamiento, a fin de “nadar para la gloria de su país”, en un condicionamiento tenido como riguroso incluso por algunas fuerzas militares especiales. Hacía ejercicios en cámaras para optimizar su capacidad pulmonar, recibía una dieta ultraproteica y era constantemente inyectada con esteroides anabólicos. La niña fue “programada” para el oro. En el futuro, cerca de los 30, la nadadora presentó serios problemas de salud causados por los esteroides, llegando al extremo de tener que recurrir a la cesárea cuando iba a ser madre – sus músculos, de tan rígidos, no se relajaban lo suficiente para un parto normal. También presentaba una tasa anormal de colesterol y dolores en el cuerpo.
“Fábricas de vencedores”
Jones usó el ejemplo de la alemana en comparación con el entrenamiento actual de los atletas de la China totalitaria. Usó también la estupefacción del observador olímpico inglés Mathew Pinsent, que visitó el país recientemente para conocer el método de “fabricar” vencedores.
Pinsent reveló que los profesores chinos tienen órdenes del gobierno para, al detectar cualquier indicio de talento de los niños en algún deporte, lo comuniquen a las autoridades. El niño es “reclutado” y llevado a uno de los 3 mil campos de entrenamiento del país.
En enero de este año, fotos mostrando el entrenamiento tortuoso, duro incluso para los adultos más avanzados, en el que no faltaron niños llorando de dolor, fueron publicadas en internet, causando conmoción en todo el planeta. En las paredes de los centros de entrenamiento, un símbolo, en impecable caligrafía china, con un significado que no dejaba que los pequeños se olvidaran el motivo por el que están allí: “ORO”.
Llama bastante la atención, en las fotos citadas, la expresión fría de una joven entrenadora – quizás también arrancada de su hogar en la infancia. Algunos robots del cine contemporáneo – incluso villanos – mostraban más humanidad en sus rostros metálicos.
Dolor, lavado cerebral y otras “programaciones” hicieron que los especialistas consideraran al método chino igual al usado en prisiones del siglo XIX. Recientemente, un sistema parecido, pero en la educación formal de los niños, fue evidente a través de los medios a nivel mundial. Simplemente no hay lugar para “perdedores” en las escuelas, y los niños pasan por un control más que severo por parte de los padres en relación a eso.
Millares de niños son reclutados por el gobierno todos los años, y las familias son obligadas a estar de acuerdo.
Entrenamiento y dedicación
Ye Shiwen (foto), que llama la atención por la poca presencia de rasgos femeninos, fuerza y velocidad impresionantes, niega el doping y gana el refuerzo del Comité Olímpico Internacional (COI). Aparentemente, la adolescente que dice divertirse en el celular con los amigos y que disfruta mucho pintar las uñas de su mamá está feliz con los resultados, que dice, son fruto única y exclusivamente del arduo entrenamiento y dedicación, reforzados con 5 horas diarias de natación.
El orgullo de una familia y de un país al ver a una joven en el podio olímpico es indescriptible. Pero, ¿una medalla vale más que la persona que la lleva en el cuello? ¿Vale más que una infancia feliz, algo que hace la diferencia para toda la vida?
La idea de los Juegos Olímpicos de los tiempos modernos es celebrar el deporte, la paz y la vida, con resultados obtenidos de manera honesta, conquistados de manera decente, justa y saludable. Una fiesta para toda la Tierra, de la que Brasil será testigo en el 2016.
Obviamente, vemos todo desde Occidente, donde tenemos un estilo muy diferente de vida comparado con los chinos. Quizás, para ellos, ante lo que entienden como vida en sociedad, todo eso tenga otro sentido. Es algo que debe ser explorado con más propiedad e imparcialidad.
Si hubo doping o no, sospecha generada por el excelente desempeño de la adolescente China en el agua, eso es otro tema, que aún va a dar mucho que hablar.
Mientras tanto, la joven sonríe tímidamente en el borde de la piscina y recibe en el podio los laureles de la victoria para ella y su país. Dentro de unos años, quien sabe, si la misma Ye Shiwen podrá responder cuánto le costó eso.