Cristian Acevedo conoció la Universal en el peor momento de su vida: “Yo crecí en Chile y mi mamá estaba en Argentina, se vino para acá cuando yo tenía 5 años. Estaba triste, crecí con mi abuela, sentía la falta de mi padre y trataba de disimularlo.”
Él conoció el motivo por el que su padre no se mantenía en constante contacto con él: “Yo descubrí que mi papá era delincuente a los 11 años, él nunca me había mostrado esa faceta. Mi papá fue mi ejemplo, comencé a fumar marihuana a los 12 años y empecé a involucrarme en la delincuencia. También consumía cocaína y pasta base, llegué a robar en negocios y estuve preso dos veces.
Cuando tenía 15 mi padre murió en un enfrentamiento con la policía. En ese punto empecé a consumir más pasta base y a los 18, me dominaba por completo, cuando me quise dar cuenta ya había vendido todo lo que tenía.
Hacía de todo para alimentar el vicio. Me quedé solo, no tenía amigos, andaba cuatro días amanecido caminando de acá para allá.
A los 22 años ingresé en un programa de rehabilitación. Ahí tenía charlas con psicólogos y me daban medicamentos, logré estar 8 meses sin consumir nada y me dieron el alta.
A todo esto, tuve varios intentos de suicidio, el mundo se me vino abajo y cuando volví a caer, yo dije acá no salgo más. Como último intento decido venir a Argentina porque mi mamá vivía acá.
Vine sin un norte, no sabía que iba a pasar y resulta que mi mamá iba a la Universal. Empecé a ir y Dios me mostró que no necesitaba los vicios y los dejé completamente. No fue fácil, pero ahora mi relación con mi madre es distinta, Dios hizo todo nuevo. Antes, le guardaba rencor, pero arreglamos todo, hoy está todo bien”.
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