Este domingo, 1 de mayo, directamente desde el Cenáculo del Templo, en Jerusalén, el obispo Edir Macedo y el obispo Marcos Pereira ministraron el derramamiento del Espíritu Santo sobre todos los que participaron del Ayuno de la Alegría Completa.
¿Por qué esto es importante?
El obispo Macedo explicó que a partir del día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos y los seguidores del Señor Jesús, el Reino de los Cielos fue inaugurado dentro de los que Lo recibieron.
«Él les prometió esto a Sus discípulos y a todos los que Lo seguían, que esperaran en Jerusalén porque el Espíritu Santo sería derramado sobre ellos. Si usted se unió al Ayuno de la Alegría Completa, buscando al Señor Jesús, entregándose y consagrándole su vida a Él durante estos 21 días, aunque no esté en Israel, así como ellos, usted también esperó y aguardó en Jerusalén», aclaró.
Por otro lado, el obispo Marcos Pereira resaltó que esa «inauguración» transforma totalmente la vida de una persona. «Las personas que no tienen al Espíritu Santo sienten una alegría pasajera y momentánea. Sin embargo, la alegría que viene del Espíritu de Dios es completa», comentó.
Observe lo que dice la Palabra de Dios: «Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que Le pidan?», Mateo 7:8-11.
Sobre este fragmento bíblico, el obispo destacó que «esta palabra quiere decir que no importa si usted merece o no, o si no hizo el propósito del Ayuno, nada le impide recibir al Espíritu Santo, porque es una promesa de Él, no mía».
A continuación, ministró el derramamiento del Espíritu Santo sobre la vida de los que creían que esa promesa se cumpliría en sus vidas.