“Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión (…) elegidos según la presciencia de Dios Padre…” 1 Pedro 1:1,2
El apóstol Pedro estaba hablándoles a los elegidos (escogidos) de Dios, que hoy somos nosotros.
En los siguientes versículos, él habla de la preparación que debemos tener en las pruebas de nuestra fe, que debe ser pura como el oro. Y también sobre mantenerse alegre, incluso pasando por las tentaciones. Sin embargo, llama la atención sobre el objetivo principal de nuestra fe.
“… obteniendo el fin de vuestra fe, que es la Salvación de vuestras almas”. 1 Pedro 1:9
De todo lo que la fe puede proporcionarnos, además de conquistas materiales, bendiciones… ella debe ser mantenida para la SALVACIÓN DE NUESTRA ALMA.
¿Y cómo podemos mantener la fe hasta el fin en un mundo caótico, corrupto y lleno de distracciones?
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios (…) sino, como Aquel que os llamó es Santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo Soy Santo”. 1 Pedro 1:13, 15-16
Ser sobrio es no dejarse embriagar (corromper) con lo que hay en este mundo, estar alerta a las propuestas que el mal les trae a los escogidos para hacerlos caer en tentación y, consecuentemente, perder la Salvación del alma.
Andar en santidad o ser santo no significa que una persona no cometerá ningún pecado, sino que no debe vivir en la práctica de este. Significa hacer siempre una autoevaluación de conciencia y querer hacer la Voluntad de Dios por encima de la propia voluntad. Esto solo es posible cuando nos miramos en el espejo de la Palabra de Dios (Biblia).
“Mas la Palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la Palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”. 1 Pedro 1:25
¿Cómo está su fe? ¿Cómo está su alma?
Que Dios ilumine tu entendimiento.