En muchas situaciones, los líderes empresariales están obligados a ausentarse de sus actividades para que puedan participar de congresos, especializaciones o estudios. En esas ocasiones, dejan en su lugar a personas de confianza, que pueden darles la certeza de que sus directivas serán seguidas al pie de la letra.
Largos períodos de ausencia o incluso pequeños intervalos de tiempo intercalados pueden contribuir para que el empresario pierda el control de su negocio. Hay un dicho popular que ayuda a ilustrar ese hecho: “El ojo del amo engorda el ganado”.
Lo que se entiende de eso es que el emprendedor necesita tener información directa y necesaria sobre su negocio para poder tomar decisiones para crecer y lucrar.
En el pasado, a pesar de que Moisés haya subido al monte para cumplir una misión Divina, y haya dejado el comando de su rebaño a alguien de confianza, pasó mucho tiempo fuera de su “empresa” (lejos de su pueblo), lo que dejó una brecha para que cayera en descrédito. Como consecuencia, los hebreos pasaron incluso a dudar de Dios.
Moisés logró retomar el control antes de que Dios desatara Su ira sobre los judíos. Y ellos solo llegaron a la Tierra Prometida porque Moisés reasumió el liderazgo de su misión. Así como él, el empresario necesita estar atento, teniendo la visión de que todas sus actividades, siempre y cuando fueren a favor de la empresa, tienen importancia. El desafío del empresario está en dosificar y controlar esas relaciones.
Cualquier actividad que no tenga acompañamiento, control o información no tiene chances de prosperar en los días de hoy. Pero preste atención a un detalle muy importante: por más que Dios estuvo enojado con la actitud de los israelitas, le dijo a Moisés que resolviera el problema. Él tenía fe y no fue abandonado. Moisés tenía la orientación divina, ¿y usted la ha tenido?
“Recuperé todo lo perdido y logré que el negocio crezca”
Juan estaba muy mal económicamente, sin embargo, a través de la fe logró revertir su situación y aprendió a tomar decisiones para que su negocio crezca y se consolide.
“Llegué a la Universal mal, con una deuda de casi 100.000 dólares, la casa embargada, perdiendo el negocio y con juicios de los empleados. Estaba totalmente en la miseria, nos cortaban la luz porque no podíamos pagar los servicios. Todo lo que habíamos logrado lo estábamos perdiendo.
Me había agarrado un infarto por los problemas, mi esposa tuvo asma crónico y depresión. Y llegué al punto de querer suicidarme porque no encontraba una salida, eran tantos los problemas y las presiones por las deudas que no dormía.
Fue terrible, pasamos muchas necesidades, no teníamos ni para comer. Teníamos un negocio de comida, hacíamos comida para vender y nos faltaba la comida a nosotros. Estuvimos seis meses comiendo polenta que nos traía mi suegra. Era humillante”.
Cuando llegó a la iglesia tuvo la oportunidad de hacer un desafío con Dios y llamar Su atención. No tenía nada, pero generó su sacrificio al creer que su vida iba a cambiar. “Y eso es lo que sucedió, mi vida cambió. Hoy la casa que teníamos perdida, embargada, la recuperamos. Abrimos un negocio mucho más grande, la crisis no existe para nosotros, cada día estamos progresando más. Hemos comprado una camioneta nueva. Cambió totalmente nuestra vida. También fuimos sanados, vivimos felices”, asegura.
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