El despertador suena antes de las 6 de la mañana. Es una canción que se arrastra serena hasta el sueño más profundo y toma al consciente por la mano. Mientras teclados e instrumentos de viento giran, la lucidez se levanta de su nube de sueños. Lentamente, los ojos se abren para encontrar el día en un confortable juego que, de a poco, se deshace por el pequeño rayo de luz que entra a través de la hendidura entre la ventana y la pared. Solo segundos pasan entre el primer acorde de la canción y ese momento, pero probablemente el día será mucho mejor.
Puede parecer poco, pero la verdad es que la forma en la que la persona despierta está visceralmente conectada a cómo se sentirá durante el día. Antes de despertarse completamente, el cerebro se encuentra en un momento donde las informaciones adquiridas inconscientemente, establecerán el humor. Por eso es tan importante que la cama y la almohada (y la compañía, en el caso de los matrimonios) permitan una completa relajación durante la noche. Dormir y levantarse bien son los primeros pasos para ser feliz.
Ese es uno de los motivos que hacen de la meditación matutina la más eficiente. Ya lo dijo Pablo en su epístola a los romanos: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” 12:2
La mente humana tiene un gran poder y ejercitarla con pensamientos optimistas es esencial. Edvaldo Pereira Lima, en su libro “Ayrton Senna: Héroe de Un Nuevo Tiempo”, explica que uno de los procesos de preparación del piloto implicaba la reflexión sobre lo que podría suceder en la carrera. Michael Phelps, ex-nadador y conquistador de 20 medallas olímpicas (17 de oro), utilizaba la misma técnica.
Cada uno debe dirigir sus primeros pensamientos al despertar hacia lo que puede suceder durante el día. Un óptimo consejo es separar pasajes bíblicos positivos y dejarlos al lado de la cama, la noche anterior. Entonces, antes de levantarse, usted tendrá un buen mensaje para comenzar el día. Ese proceso no tiene un tiempo predeterminado, pudiendo variar de 1 a 15 minutos.
Involucrando a otros
Tener pensamientos optimistas y sentirse bien consigo mismo es fundamental para ser feliz. Quien se da cuenta de cuán especial es, está listo para ser feliz.
Aun así, nadie vive solo. Si Sócrates, hace más de 24 siglos, ya defendía que la felicidad es el bien del alma que solo puede ser alcanzado por medio de una conducta virtuosa y justa, es hora de que integremos esa idea en nuestro día a día.
En primer lugar, agradezca. Agradezca todo y cualquier acto de gentileza. Muchas veces, por la cercanía a los parientes, por ejemplo, olvidamos el poder del “muchas gracias”. Recuérdelo.
Incluso, exteriorizar lo que siente es muy importante. Diga lo que piensa que es bueno y lo que piensa que es malo. No es necesario descargar una tempestad de insultos sobre nadie, pero siempre es bueno mantener un diálogo franco y, cuando el descontento es personal, tener alguien como confidente. Nunca, jamás, se duerma repasando las angustias del día.
Un estudio de la revista Science reveló que la generosidad es un importante componente de la felicidad. Ayudar a los demás nos hace felices. Dar regalos también. Hacer donaciones sin esperar algo a cambio hace que la persona disfrute de un sentimiento de gratitud mayor que el que tiene cuando gasta dinero en sí misma.
En fin, viva gratamente. Demócrito, 400 años antes de Cristo, filosofó que la felicidad está en ser sereno.
Es como dice la Biblia: “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23.
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