No había días en que María no pensara en el suicidio. “No encontraba sentido a mi vida”, dice. Además, tenía muchas inseguridades. Buscaba la felicidad en los amigos y en el alcohol, pero todo culminaba en tristezas. Fue en ese estado que llegó a la Universal.
A pesar de que se liberó de muchos problemas, aún cargaba un vacío en su interior. Cuando decidió sacrificar todo lo que estaba mal, para tener la presencia de Dios, fue que recibió el Espíritu Santo. Hoy, ella es totalmente diferente a la María del pasado. Tiene paz, seguridad y, a pesar de las dificultades, nada la desanima.
Conozca la historia completa de esta joven al mirar su testimonio.