Karl Sisson abrazó y consoló al asesino de su hijo, Adrian Murray (foto de al lado). De acuerdo con el propio Sisson, su fe le enseña a perdonar a aquellos que le causaron algún mal y es ese el mensaje que él quiere transmitirle a Murray como a su familia y comunidad.
Sisson es pastor en una iglesia cristiana en la pequeña ciudad de Springwood, en Australia. Casado, él tenía dos hijos hasta el 24 de diciembre, cuando Josiah, a los 9 años de edad, fue atropellado por Adrian Murray.
El conductor estaba embriagado; en su sangre tenía tres veces más el límite de alcohol permitido en la legislación australiana. Perdió el control de la camioneta que conducía, atropelló a Josiah – que estaba en el patio de la casa de la familia – y chocó una casa. El niño fue llevado al hospital, pero no resistió a las heridas.
Sisson y Murray se encontraron en la iglesia en la que Sisson trabaja. Se abrazaron y lloraron. “El cayó en los brazos de Karl, que fue lo bastante valiente para sostenerlo y tratarlo con cortesía”, afirmó el pastor Peter Field al diario del lugar ABC News.
Luego de ser perdonado por la familia de la víctima, Murray espera en libertad el juicio, que se realizará el 15 de febrero.
El poder del perdón
La actitud tomada por Sisson y su familia no fue fácil. Seguramente ellos extrañan a Josiah y lo extrañarán siempre. Pero entendieron lo importante que es perdonar y tuvieron la suficiente fe para hacerlo.
“Solo quien tiene el corazón perdonado tiene autoridad para perdonar a sus ofensores. Dios no puede perdonar a nuestros ofensores por nosotros. Tal poder inconmensurable pertenece solo a los enfermos de corazón”, explica el obispo Edir Macedo.
Según él, solamente alguien capaz de superar las tristezas y limpiar el corazón puede desearle el bien a los demás sin guardar rencor. Para eso, es necesario estar en comunión con Dios. El propio Señor Jesús escuchó de Pedro la siguiente pregunta:
“Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?”
Y le respondió:
“No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” Mateo 18:21,22
Según explica el obispo Macedo, esa respuesta deja claro que la deuda que tenemos con Dios es infinita y, así también Él nos perdonará mientras nos mantengamos en la fe. De la misma manera, el hombre debe perdonar a aquellos que lo ofenden.
“Él exige que nosotros perdonemos las faltas, fallas y errores uno de los otros. De lo contrario, jamás encontraremos Su perdón. El perdón salva, libera, cura, transforma, en fin, identifica algo Divino. Rencores o resentimientos alimentan el odio, la ira, la contienda y, finalmente, matan. La falta de perdón significa condenación.”
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