Cuando usted se sacrifica, tiene la certeza absoluta de que va a conquistar aquello que desea
“Oh, Dios, Tu me estás prometiendo el oro y el moro, ahora, ¿cómo voy a saber si lo que Tu me estás prometiendo se va a cumplir en mi vida? Es lo que mismo que debe estar diciendo usted. Le debe estar preguntando a Dios: “Oh, Dios, el Señor ha prometido una vida abundante para mi. ¿Cómo voy a saber si tomaré posesión de esa vida, si estoy viviendo una vida totalmente infeliz y desgraciada. ¿Cómo?
Entonces, de la misma forma que Dios actuó con Abraham, tiene que esperar que Dios actúe con Usted. Cuando Abraham le preguntó a Dios “Señor, ¿en qué conoceré que he de heredar las bendiciones que me has prometido?”, Dios le ordenó que tomara animales y que los sacrificara, partiéndolos al medio. Y luego, Dios pasó por en medio de las partes de los animales. Eso significaba que Dios hacía una promesa a Abraham, dándole la seguridad de que cumpliría su Palabra, haciéndole un juramento: “Si no cumpliera Mi Palabra, en este pacto que hice contigo, entonces Tu tendrás el derecho de hacer conmigo como has hecho con los animales”
Amigos lectores, eso es muy fuerte, ¿no?
Porque no habiendo nadie superior a Él, Dios juró por si mismo, poniendo su propia dignidad frente a Abraham…
Antiguamente, cuando dos personas hacían alianza, se hacía el sacrificio de un animal, y esas personas, después, pasaban por entre las partes del animal. Eso simbolizaba el acuerdo realizado entre los dos, dejando mostrado que quien no cumpliera el pacto debía ser sacrificado; al igual que se hizo con el animal, es decir, podría cortarlo por la mitad. ¡Eso es muy fuerte! Y Dios lo hizo. El pasó por las partes del animal, pero antes, Abraham tuvo que presentar su sacrificio.
Tal vez usted me pregunte: “Pero, obispo, escuché decir que no es necesario hacer sacrificio.” Existen aquellos que viven una vida totalmente contraria a la Palabra de Dios, enseñando de acuerdo a sus principios de pecado. En realidad, el sacrificio hecho por el Señor Jesús es para nuestra salvación eterna. Jesús pagó el precio total. Pero para conquistar las bendiciones de Dios en esta vida, para llegar también a la vida eterna, usted tiene que sacrificarse día tras día. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”, entonces, negarse a si mismo ya es un sacrificio. Porque su carne y su espíritu tienen deseos diferentes. El espíritu quiere las cosas de Dios, su carne, o sea, su voluntad, las cosas del mundo.
Hay un conflicto entre la carne y el espíritu. Para terminar con ese conflicto es que existe el bautismo en las aguas donde usted mata la voluntad de la carne y comienza a vivir solo con la voluntad de Dios. Cada día usted necesita renunciar su voluntad para seguir a Jesús.
Para que alcancemos aquello que Dios ha prometido en su Palabra, hay que luchar, orar, ayunar, pedir, hay que hacer el sacrificio de buscar Su presencia, hacer vigilias, dar para recibir. Jesús dijo: “Dad y se os dará”, y cuando eso sucede usted ya está sacrificando. Cuando se pide ya está sacrificando, cuando lucha, cuando insiste, cuando persevera, usted está sacrificando. Y hay otro detalle muy importante: el sacrificio muestra la fe, garantizando nuestra victoria.
Cuando usted sacrifica, tiene la seguridad absoluta de que va a conquistar lo que desea. Por ejemplo, la persona que quiere ser alguien en la vida, un médico, dentista, ingeniero, en fin, una persona capaz de conquistar una vida de bienestar y que desea alcanzar cosas grandes en este mundo, tiene que quedarse días y noches estudiando, años y años. Tiene que ser la mejor, precisa destacarse entre los demás porque la competencia es muy grande. Aquellos que pagan el precio del sacrificio son los que conquistan. Por eso es necesario sacrificarse por lo que se desea y, respecto a las cosas de Dios, mucho más.
Si queremos algo, vendrá a través del sacrificio, de la disposición, de la perseverancia, de la lucha, de nuestra ofrenda presentada en el altar, diciendo: “Oh, Dios, yo no podría hacer esto, pero lo hago con la certeza de que el Señor va a bendecir haciendo posible en mi vida, lo que es imposible.
Por lo tanto, el sacrificio es naturalmente algo que hace a la persona conquistar aquello que quiere. Pues quien no sacrifica no tiene determinación ni fe, solo sacrifica si tuviera la convicción.
Por eso, Abraham presentó su sacrificio, y Dios pasó en forma de fuego. ¿Recuerda cuando Elías desafió a los profetas de Baal en el Monte Carmelo? Él ordenó que esos profetas presentaran sus oraciones, súplicas y gemidos, porque el sacrificio estaba allá.
Después de todo lo que los profetas hicieron sin que pasara nada, Elías hizo una oración que no duró ni 15 segundos y el fuego descendió sobre el sacrificio.
Cuando hay sacrificio, hay certeza, fe, convicción. Sólo hace el sacrificio aquel que tiene fe sobrenatural. Sin ella no hay sacrificio y, consiguientemente, no va a conquistar.
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