Dios es Espíritu y porque es Espíritu es invisible, usted no puede verlo, ni tocarlo, ni sentirlo. Ese Espíritu se materializa en la Palabra, cuando usted oye Su Palabra, no la palabra de un obispo o un pastor, sino la Palabra de Dios, usted está escuchando a Dios hablando con usted. La Santidad de Su Palabra es tan grandiosa y poderosa que cuando Dios empeña Su Palabra, está confiando en usted, está poniendo en sus manos lo más precioso que tiene que es Su Palabra.
Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”, (Mateo 24:35). ¡La Palabra de Dios es Su santidad!, es Dios en Espíritu. Cuando Pablo dice que la letra mata, está refiriéndose exactamente a eso, a la parte técnica de la letra, pero la Palabra de Dios da vida.
Mi vida cambió por esa Palabra, no cambió porque yo fui inteligente, sino porque acepté la Palabra, no fue de inmediato, hubo un conflicto en mi interior, estaba entre hacer mi voluntad y hacer la voluntad de la Palabra de Dios. Es verdad, es un conflicto, existe ese conflicto, pero el día que yo me decidí cambió mi vida.
Todos nosotros estamos recibiendo la Santidad de Dios, Su Palabra, y si Dios está colocando Su Palabra en usted, es porque Él espera algo de usted, está confiando Su Palabra en usted. ¿Ahora entiende lo que es el matrimonio? Cuando la persona viene al Altar buscando el intercambio de juramentos. Promete con alegría en el alma entregar su vida a la otra persona. Es un momento inolvidable, con Ester empeñamos nuestra honra, nuestra palabra. Y cuando rompemos ese juramento es como si estuviéramos rompiendo el juramento con Dios.
Cuando usted se entrega a esta Palabra, tiene derecho a reclamar con Dios su cumplimiento. Tiene derecho de exigirle a Dios sus derechos porque hizo un pacto con Él, se casó con Él, entregó su vida a Él y Él entregó Su Palabra para usted. Entonces tiene que suceder algo extraordinario en su vida.
Jacob, de manera ilícita, tomó posesión de la bendición de la primogenitura. Jesús es el primogénito, en Él nos comprometemos con Su Palabra, nos volvemos primogénitos. Todos los que obedecen a la Palabra de Dios se tornan primogénitos de Dios. Jacob sabía del derecho de recibir la palabra de bendición de su padre, entonces se vistió como su hermano y fue ante su padre a pedir la bendición. Su padre no veía bien, le parecía extraña su voz, palpó a su hijo y creyó que era Esaú porque no lograba ver, así que lo bendijo con sus palabras.
Cuando Esaú se dio cuenta de lo sucedido, iba a matar a su hermano, entonces Jacob escapó con una mano adelante y otra atrás, dejó toda su heredad atrás porque tenía la bendición, adonde fuera sería bendecido. Y usted, cuando tiene la Palabra de Dios adentro no necesita ningún favor de nadie, no depende del gobierno, de familiares, de nadie, porque solo precisa de usted mismo y de Dios.
El desánimo, la duda y el miedo, todo se va porque en lugar de eso está la Palabra de Dios. Cuando usted entrega su vida, no la está entregando a la iglesia, a un obispo o a una religión, usted la está entregando a la Palabra Viva de Dios.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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