La vejiga hiperactiva se caracteriza por el aumento tanto de la frecuencia como de la urgencia de la necesidad de orinar, lo cual puede presentarse aún en la ausencia de factores metabólicos o patológicos locales, como la existencia de una infección urinaria.
Se estima que un 16% de la población sufre este trastorno en la Argentina y a más de 1.000 millones de personas en el mundo; registrándose una incidencia levemente mayor en las mujeres así como un aumento proporcional de acuerdo con la edad. Hasta hoy, una de las recomendaciones para minimizar las molestias pasaba por reducir la cantidad de líquido consumido al día, aunque sin evidencia clara sobre su efectividad.
Ahora, un estudio británico confirma que esta indicación es más que válida, eso sí, siguiendo unos parámetros para no dejar de cumplir los requerimientos diarios de ingestión de líquidos.
El síndrome de vejiga hiperactiva supone que un individuo vaya más de ocho veces al baño en un día. Este síntoma a menudo va acompañado de sensación de urgencia y, en algunos casos, de incontinencia urinaria -no siempre con esfuerzo-, que es la ocasionada por la realización de una actividad física como estornudar, reír, hacer ejercicio, levantar un gran peso o toser. El adjetivo “hiperactivo” se refiere al elevado número de contracciones que genera el músculo detrusor de la vejiga para expulsar la orina al exterior.
Si bien la alimentación no es una causa de vejiga hiperactiva, por supuesto los alimentos irritantes como los picantes, la cafeína o el alcohol, pueden agravarla. Por lo tanto una de las primeras recomendaciones que se hacen es cambiar estos hábitos higiénicos y dietéticos. Tratando que estos pacientes ingieran menos cantidad de picantes y de alcohol.
Beber menos
Una de las recomendaciones para minimizar las molestias que ocasiona este síndrome es reducir el consumo diario de líquido, aunque siempre ha sido una indicación sin evidencia científica.
Un estudio británico, llevado a cabo en la Universidad de Bristol y publicado en “BJU International”, corrobora ahora esta recomendación al afirmar que la reducción de un 25% del consumo de líquidos podría aliviar los síntomas de la vejiga hiperactiva.
Para averiguar si la modificación del consumo de líquidos influye, el equipo de Hashim y Paul Abrams, del Hospital Southmead de Bristol, hizo beber tanto un 25% como un 50% más y menos de líquido del habitual a 25 personas con dicho trastorno. Los participantes debían alternar estas cantidades con dos días de consumo habitual. Los resultados mostraron que un 25% menos de líquido disminuía un 23% la frecuencia urinaria, un 34% la urgencia y un 7% la necesidad de orinar nocturna.
Por el contrario, cuando se redujo el consumo a la mitad, hubo complicaciones como síntomas de sed y dolor de cabeza. Y, tal como creían los expertos, el aumento del consumo de líquidos en un 25% o un 50% acrecentó la frecuencia de la necesidad de micción.
Entre máximos y mínimos
Son bien conocidas las recomendaciones diarias de consumo mínimo de agua. Parece extraño, pues, que un estudio valore la posibilidad de reducir en una cuarta parte su consumo. Ante esta posible incertidumbre, Hashim afirma que, a pesar de que la recomendación estándar de consumo de agua se sitúa en 1,6 litros diarios aproximadamente en una persona de 70 kilos, “muchos se olvidan de que las frutas y las verduras contienen gran cantidad de agua”.
Añade el experto que “ingerimos entre 300 y 500 mililitros diarios de líquido a través de los alimentos”. Teniendo en cuenta esta apreciación, el investigador indica que sólo deben reducir en un 25% el consumo de líquido aquellas personas con vejiga hiperactiva que consuman más de un litro diario, ya que poco líquido, a su vez, podría provocar una concentración excesiva en la orina e inducir a una irritación de las paredes internas del órgano en cuestión.
Cómo tratarlo
Es común, por otra parte, que la calidad de vida de las personas que padecen esta patología se vea afectada sensiblemente, determinando en muchos casos el cambio de sus rutinas tanto en el plano laboral como en el afectivo e incluso el sexual, dificultando asimismo la posibilidad de emprender viajes o de concurrir a determinados espacios, generando sentimientos de culpa, vergüenza y depresión que pueden dañar severamente su autoestima, limitando al mismo tiempo su desarrollo personal.
Varios estudios clínicos han comprobado los excelentes resultados obtenidos por medio de la aplicación de toxina botulínica. Al existir la posibilidad de que las causas de un desarreglo en los hábitos urinarios se encuentren relacionadas con alguna patología más severa, y para recuperar al mismo tiempo la independencia en las actividades diarias en caso de que éstas se hayan visto afectadas, es indispensable concurrir al médico ante los primeros síntomas.
En caso de ser diagnosticado efectivamente el trastorno como un caso de vejiga hiperactiva, será el profesional quien indique un tratamiento adecuado de acuerdo a la intensidad de los síntomas y al grado en el que estos interfieran con el estilo de vida del paciente.