El último domingo del año, donde estuvimos reunidos juntos en familia en la Sede Nacional.
Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida. Entonces llegó a Simón Pedro. Este le dijo: Señor, ¿tú lavarme a mí los pies? Juan 13: 5-6
Cuando Dios nos habla, es para alimentar nuestra mente y producir fe.
He aquí, hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición: la bendición, si escucháis los mandamientos del Señor vuestro Dios que os ordeno hoy; y la maldición, si no escucháis los mandamientos del Señor vuestro Dios, sino que os apartáis del camino que os ordeno hoy, para seguir a otros dioses que no habéis conocido. Deuteronomio 11:26-28
Dios nos enseña que hay bendición para los que practican Su Palabra.
Mas la salvación de los justos viene del Señor; Él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. El Señor los ayuda y los libra; los libra de los impíos y los salva, porque en Él se refugian. Salmos 37:39-40
Dios, además de Soberano y Altísimo, quiere que lo llamemos Padre, porque el hijo se complace de agradar al Padre.
La tercera frase por la cual no podemos dormir sin antes mencionarla es: «háblame, Señor Jesús»: nos educa, nos forma. Dejamos de ser aquel niño para que podamos glorificarLo.
La primera es «gracias, Señor Jesús»: nos fortalece. Donde hay gratitud, hay fortaleza. La segunda es «perdóname, Señor Jesús»: nos limpia. Nos volvemos limpios y puros ante Sus ojos.
Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hebreos 1:1-3
Nuestra palabra tiene poder, pero la Palabra de Dios tiene más que poder: tiene excelencia.
Cuando Él nos habla, todo cambia. Ocurre una transformación en nuestro espíritu y alma que se refleja en nuestro cuerpo.
No vamos a tener ausencia de problemas, sino que pasaremos a tener fuerza y orientación Divina.
Cada día Dios nos enseña algo distinto. Tenemos que aprender directamente de la boca de Dios, a través de Su Palabra.
Más que escucharnos, Él quiere que Lo escuchemos. Él conoce cosas nuestras que ni nosotros mismos sabemos.
Otras maneras por las que Dios nos puede hablar a veces son:
- Con un recuerdo que surge de repente.
- Con una paz que no tiene explicación.
- Con un pasaje bíblico.
- Con una inquietud.
- En la prédica de una reunión.
