“La ley de verdad estuvo en su boca, iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la maldad.” Malaquías 2.6
Cuando se practica la Palabra de Dios, lo que se dice es verdadero. Eso quiere decir que, cuando se habla de salud es porque se tiene salud; cuando se habla de unión familiar es porque la familia está unida; de prosperidad, cuando es indiscutible la realización total.
Quien hace un Pacto con Dios, hace que sus sueños se hagan realidad. Lógicamente no será de manera automática, sino porque existe ese pacto con Dios y la persona sacrifica.
Quien es indignado no acepta solo el hecho de conocer lo que está escrito en la Biblia, éste quiere contar que esas palabras son realidad en su vida y no solo promesas, de ahí surge nuestra indignación. Tenemos millones de pruebas de que la Palabra de Dios se cumple a través de los testimonios de quienes actuaron con fe inteligente -que es la fe manifestada a través de la indignación- el tipo de fe que trae la materialización de lo que Dios prometió.
¿Cómo podemos aceptar que el Pueblo de Dios tenga una vida que no esté de acuerdo con lo que Él prometió?
Quien practica esa fe crea paz en su interior por estar seguro de la práctica total de la voluntad de Dios. Fíjese que estamos hablando de práctica y no solo de creer en Sus Palabras. Para ser más precisos: Cuando no me falta nada puedo decir “El Señor es mi pastor y nada me faltará”, yo estoy practicando la voluntad de Dios; cuando tengo paz, alegría, mansedumbre, equilibrio emocional, bondad, estoy viviendo en la práctica de la voluntad de Dios, pues estoy lleno del Espíritu Santo.
¿Comprende ahora lo que es vivir en la práctica de la Palabra de Dios? Es luchar constantemente para ir tomando posesión de aquello que ya es suyo, pero que, muchas veces, está en las manos de quienes son siervos del mal, y mientras la persona no se indigna contra esta incoherencia, no estará disfrutando su vida en la práctica, aún creyendo en Dios.
La persona indignada solamente tiene paz consigo misma y con Dios cuando está en guerra contra el diablo, contra el infierno. Es esta la indignación que Dios quiere encontrar en cada uno de los cristianos. Quien tiene un pacto con Dios, tiene que causar impacto en la familia, en la sociedad e incluso dentro de la iglesia, siendo una persona que tiene placer en ganar almas, que es lo mínimo que un cristiano de verdad debe hacer: ¡traer almas a Cristo!
“Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, (sacerdote es aquel que ofrece sacrificios a Dios, y si existe alguien que tiene que ver el cumplimiento de la promesa divina es aquel que sacrifica a Dios), y de su boca el pueblo buscará la Ley; porque es mensajero del Señor de los ejércitos (la gente debe buscarnos para saber cómo fue que alcanzamos una calidad de vida tan diferente, pues no se limita a bienes sino a una familia unida, a un carácter irreprensible, es decir, una vida que crea “envidia”). Malaquías 2:7
¡Nosotros somos valientes, guerreros e indignados! Porque queremos que la voluntad de Dios se realice, que nuestra vida sea incuestionable. No habrá lugar para la tristeza, para la soledad o para el sufrimiento, porque nuestra indignación no nos permite dejar de luchar por aquello que Dios nos prometió.
Para alcanzar la paz verdadera, tenemos que estar constantemente en guerra contra el inferno y, nada nos acusará. No hay situación, buena o mala, que nos pueda acusar, pues la conquista de los indignados ¡es fruto de su fe! ¿Quién quiere convertirse en un mensajero del Señor? Es decir, mostrar con su propia vida que Jesucristo es el Señor?
Entonces, sepa que, para todo en la vida hay un precio, para cada conquista hay una batalla que vencer y que para alcanzar la salvación eterna, se comienza acá, en este mundo, a través de la indignación contra el infierno. No basta decir que se quiere la salvación, es necesaria la indignación para no aceptar el infierno!!!
Su vida debe ser fuerte y, si aún no lo es… es porque lamentablemente usted desconoce o ignora la fuerza de la fe inteligente = indignación. Como aprendimos anteriormente, “nuestra vida es lo que nuestro espíritu es”, entonces, la vida de una persona que no es un valiente guerrero indignado solo puede ser una vida débil, que no tiene nada para mostrar. Y eso ¡no lo aceptaremos jamás!
Trabajamos diariamente. Nadie predica el Evangelio más que nosotros; buscamos a los que más sufren y desesperados; nadie puede decir que discriminamos a alguien, porque llegan a la iglesia todo tipo de personas, de diferentes condiciones sociales y credos. Por lo tanto, ¡Tenemos que ver la diferencia en nuestras vidas!
Texto extraído del blog del Obispo Julio Freitas