Acto que no remite solo al otro, sino que primero a uno mismo
Podemos decir que es imposible circular por la vida sin perjudicar o ser perjudicado, lastimar y ser lastimado, decepcionar y ser decepcionado. Con o sin intención, en las relaciones humanas esos verbos algún día terminan siendo conjugados. En esos casos, el sustantivo perdón tiene que componer el texto, sino la vida no completa su sintaxis.
La palabra perdón es bastante conocida, pero parece que solo es recordada a fin de año, cuando muchos están involucrados con las emociones de las festividades. Sucede que perdonar es una actitud, pero primero es un sentimiento. Antes de perdonar con las palabras, es necesario hacerlo con la mente y el corazón, sino el efecto no es el mismo, queda por al mitad, se vuelve falso. Es necesario coraje para perdonar de verdad.
Según el psicólogo Sandro Bastos, un buen ejercicio para perdonar es colocar sus sentimientos en el papel. “Escribir es una forma de extraer la tristeza, el dolor y el resentimiento. Así, usted va a ordenar las palabras y sentirse más seguro a la hora de hablar”, resalta. “Cuando no hay perdón, los sentimientos y pensamientos son repetitivos, generando un cuadro de “estancamiento de energía”, una especie de corto circuito emocional que inhibe la capacidad de seguir adelante”, explica.
De acuerdo con él, el rencor y la rabia acumulados pueden ser la causa de enfermedades como hipertensión, infarto y depresión. “Alimentar esos dolores hace mal tanto a quien lastimó, como a quien fue lastimado”, afirma el psicólogo. Hay que cuidarse de no prolongar la tristeza, el sentimiento de rabia y el deseo de venganza. Es necesario trabajar esos sentimientos. ¿Cómo? Hablando de ellos, pero un detalle hace la diferencia, garantiza el especialista: “Hablar sin culpar al otro facilita todo.”
“Al perdonar, la persona permite que esa energía fluya armoniosamente, desintoxicandose de un sentimiento pesado de amargura y frustración. Los beneficios del perdón son concedidos tanto para quien lo pide, disminuyendo la sensación de culpa, como para quien perdona, renovando la esperanza”, agrega el psicólogo. Sandro resalta que el acto es una reflexión del individuo al entender la vida. “Saber perdonar es aprender a lidiar con las emociones de una forma diferente de lo acostumbrado.”
El bien que hace para la salud
Muchos ya escucharon hablar de la relación entre enfermedades y falta de perdón. Lo que parecía una observación de un grupo religioso, hoy está comprobado por autoridades del área médica. Quien tiene dificultades para pedir perdón, automáticamente atrae enfermedades para sí. El enfermo, que logra trabajar el perdón en su interior, recibe la cura y eso es un hecho.
Sandro Bastos afirma que perdonar ayuda a impedir el desarrollo de problemas cardíacos y reduce los índices de cáncer y otras enfermedades relacionadas a los sentimientos negativos. Además de eso, trae un hermoso sentimiento de paz. “Para la mente, el cuerpo y el espíritu. Hay un gran alivio por no necesitar guardar más resentimientos, rencores y amargura. Cuando se comienza a practicar, la paz surge en pequeñas ondas, que con el tiempo, van haciendo a la persona más fuerte, con más calma y capaz de enfrentar otras dificultades”, dice.
Para el especialista, existe la dificultad de perdonar porque las personas confunden el perdón con una demostración de debilidad, cuando es justamente lo contrario: señal de fuerza de carácter, altruismo y amor a la vida. “Es una liberación del dolor y existe en tres dimensiones temporales. Cuando usted perdona, libera el pasado, ocupa el presente de manera correcta y ve la esperanza en el futuro. El perdón nos permite reconciliarnos no solo con las personas, sino también con la propia vida”, sostiene.
Sí, es posible perdonar
Ana Luiza dos Santos, de 25 años, fue víctima hace cuatro años de una bala perdida dentro de un colectivo en Recife (PE). Aun estando parapléjica, perdonó a quien tiró. Su hermana, Rita de Cássia, que la acompaña todos los días hasta en sus estudios, también confesó perdonar a esta persona que no saben quien es. “Las personas no pueden tener odio dentro de sí. Si yo guardara rencor contra quien le hizo eso a mi hermana, no tendría amor ni fuerzas para continuar cuidándola. Para mi esa persona es infeliz porque carga esa culpa. Dios nos ha dado fuerzas a todos nosotros para hacer feliz a Ana Luiza”, declara Rita.
La joven volvió a andar hace cinco meses, cursa en la facultad Servicio Social. Según asegura, quiere continuar y tener una profesión que pueda ayudar a su prójimo. “Antes del accidente, yo cursaba enfermería, inclusive para ayudar a mi papá que había sufrido un derrame cerebral. Pero hoy, cursando Servicio Social, quiero ayudar a personas con mi experiencia de vida. Tengo un sueño también de tener una clínica de rehabilitación”, finaliza Ana Luiza.