El Señor Jesús, en las Sagradas Escrituras, dejó en claro la condición que el ser humano debe cumplir para recibir Su consuelo. Este consuelo es mucho más grande que la solución o la resolución de un problema, que un objetivo alcanzado o un sueño personal realizado, porque suple una de las necesidades más importantes y relevantes que cualquier criatura puede tener, el consuelo de su alma.
Cuando el alma recibe este consuelo, que es el Espíritu Santo, la persona es guiada a toda verdad. De esta manera, logra ser el padre, la madre, el hijo, el ciudadano que necesita ser.
«Si Me amáis, guardaréis Mis mandamientos». Juan 14:15
Cuando amás a alguien, valorás las palabras de la persona amada, te importa saber lo que quiere y buscás agradarla, cambiando y mejorando lo que te indicó.
Lo mismo sucede con el Señor Jesús: «… guardaréis Mis mandamientos». Guardar significa practicar, proteger Sus Palabras en tu mente y en tu corazón, porque estas nos dan fe, esperanza, educación, fuerza y vida, además de ser luz para nuestro camino, para que no tropecemos ni caigamos en ningún abismo.
«Y Yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre». Juan 14:16
La voluntad de Dios es que el Espíritu Santo esté en cada uno de nosotros para siempre, no solo cuando estamos dentro la iglesia o cuando tenemos experiencias con Él durante las reuniones, porque, con el paso de los días, el estado triste y depresivo de la persona vuelve. Por eso, es necesario que el Consolador habite en su interior.
Para que esto suceda, es importante que tome la decisión de entregarse, bautizándose en las aguas y convirtiéndose de sus malos caminos.
«Es decir, el Espíritu de verdad, a Quien el mundo no puede recibir, porque ni Le ve ni Le conoce…». Juan 14:17
La sociedad no reconoce la importancia del Espíritu Santo, pero Él es el Sello de Dios que garantiza la entrada al Reino de los Cielos por toda la eternidad. Quien ama la Palabra de Jesús ama al Consolador de su alma. Él capacita, fortalece, instruye y convierte al individuo en el hijo que Dios quiere que sea. Esto, indirectamente, beneficia a los familiares, amigos e incluso a los enemigos, porque ven un ejemplo de carácter y de fe inteligente que lo hace avanzar y vencer.
«… pero vosotros sí Le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros». Juan 14:17-18
Solo a través del Espíritu Santo la persona pasa de ser criatura a ser hija de Dios. Deja de ser y de sentirse huérfana porque encontró a su Padre, al Único que puede darle este Consolador.
Participá este domingo a las 9:30 h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a vos. Otros horarios: 7 y 18 h.