Con el antebrazo Bezaleel mide la madera de Acacia, un árbol de gran estatura y muy resistente, capaz de sobrevivir en suelos ácidos y con poca agua. Él fue elegido por Dios para construir el Arca de la Alianza.
De acuerdo a la orientación del Señor a Moisés, el Arca debía tener un codo y medio de ancho,dos codos y medio de largo, y un codo y medio de alto (cada codo corresponde a la distancia del codo hasta la punta del dedo mayor).
El pedido no era fácil, porque, además, Bezaleel debería hacer un borde en el Arca en forma de corona, construir dos querubines de cada lado en oro puro y moldear cuatro anillos (dos de cada lado) para poner las varas, que servirían de soporte para transportar el Arca. Y todo debía estar bañado en oro. Pero, él no estaba solo, Aholiab era su ayudante y también recibió de Dios esa responsabilidad.
Además de ellos, otros artesanos se encargaban de producir materiales para el tabernáculo, que Dios usaría como símbolos para comenzar la formación de la nación de su pueblo escogido.
Manipuladores de materiales
El oficio de artesano es uno de las más antiguos de la historia, y fue fundamental para el surgimiento de las civilizaciones. A partir del momento en el que el hombre obtuvo el control sobre la técnica de producción, las tribus se volvieron poderosas poblaciones y las personas ya no estaban tan dependientes de las condiciones de la naturaleza para sobrevivir.
Por lo tanto, la sociedad siempre exigió de los artesanos la mejora de las técnicas, a través de la utilización de instrumentos, en búsqueda del virtuosismo, es decir, la gran habilidad en el manejo de herramientas. Una característica peculiar de esa profesión fue que, con el pasar de los siglos, la misma se dividió en otras profesiones especializadas, justamente por la búsqueda de la perfección en la producción de las piezas.
Los artesanos a lo largo de los siglos
En la Edad Media, el conocimiento de las técnicas de producción de un material se convirtió en algo de gran valor para el artesano, porque en ellas se basaban su sustento. En el caso de que alguien descubriera como él fabricaba determinado producto, podría fácilmente volverse su competidor en el mercado.
Por eso, era muy difícil que un artesano les enseñe a otras personas cómo fabricaba sus productos. A ellos se los llamaba maestros y tenían ayudantes que los auxiliaban en la producción. Estos ayudantes eran los únicos que tenían el privilegio de aprender de ellos – fueron llamados oficiales, cuando eran más experimentados, o aprendices, cuando eran nuevos en la profesión.
Con respecto a esto, un caso interesante es el del violín Stradivarius, porque solo existen 500 ejemplares originales en el mundo, y nadie sabe cómo fabricarlos de forma idéntica.
Su creador, Antonio Giacomo Stradivari (foto al lado), fue el más prominente luthier (fabricante de instrumentos musicales) de Cremona, norte de Italia. Posiblemente fue el aprendiz de Nicola Amati, el padre del violín moderno. Y cuando Stradivari murió, en 1737, dejó su conocimiento solo a dos de sus hijos, Francesco y Omobono, que nunca se lo transmitieron a otros luthiers.
A través de los siglos, había una costumbre que también era muy común entre los artesanos: eran financiados por familias nobles de Europa. El pintor y escultor Miguel Ángel fue un ejemplo, porque muchas de sus obras fueron patrocinadas por la familia Médici, poderosa en la época, en Florencia, Italia.
Sin embargo, la profesión de artesano perdió mucha fuerza alrededor del siglo 19, con la Revolución Industrial, que automatizó los procesos de producción de materiales, como la ropa y los zapatos, a través de las máquinas que garantizaban una fabricación más ágil y precisa. Este cambio se prolonga hasta la actualidad, debido a las fábricas.
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