Yamila Arraigada sufría de presión alta, las condiciones en que trabajaba y los problemas familiares contribuyeron a que tuviera síntomas de un ACV. “Me desperté con el lado derecho dormido, no me podía mover y me llevaron al médico, sabía que algo estaba mal. El médico me dijo que estuve a punto de sufrir un ACV, que iba a tener secuelas”, cuenta.
Después de eso ella comenzó a tener dolores de cabeza terribles y problemas de visión que eran parte de las secuelas del principio de ACV. Sin embargo, ella no aceptó esa situación, usó su fe y decidió viajar al Templo de Salomón para buscar la manifestación del poder de Dios.
“Un tiempo después Dios abrió las puertas para que pudiera ir. Cuando pisé el Santo Lugar, fue algo único. Fui renovada espiritualmente, Dios me mostró en qué debía mejorar y cuál era Su voluntad para mí. En el Templo de Salomón determiné que saldría totalmente curada y transformada. Gracias a Dios así fue, mi salud está excelente, las secuelas desaparecieron y fui renovada por completo”, finaliza sonriendo.
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