En mensaje, el obispo Macedo habla sobre la importancia de ofrendarse a Dios
Durante el programa exhibido al medio día en IURD TV y transmitido por Red Aleluya del pasado miércoles 18, el obispo Edir Macedo habló sobre la seriedad de las ofrendas y de cómo ejercitar la fe para alcanzar las promesas de Dios.
“Las ofrendas donadas para la construcción del Templo de Salomón no son dadas por empresarios o políticos, sino por el pueblo de Dios. La ofrenda es santa, y solamente las personas que sirven a Dios tienen la función de construir Su Templo. Los que formamos parte del reino de Dios, tenemos que contribuir, ya que la iglesia está formada por personas que creen y viven la fe. No se quede sin poner su granito de arena en este templo”, orientó el obispo.
En el mensaje, el obispo dio el ejemplo de la viuda pobre, que no había quien la sustentara, pero aun así, no negó entregar lo que tenía como ofrenda a Jesús. “Ella por tener que depender de su esposo, no tenía soporte; pero tomó una decisión: agarró las dos únicas monedas que tenía y las depositó en el gazofilacio. Jesús no rechazó la ofrenda, Él no tuvo nada de pena por ella, sino que la elogió por haber usado la fe”, explicó.
Él también destacó la importancia de entregar lo mejor, como el caso del ciego que clamó por Jesús:
” -¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Los que iban delante lo reprendían para que callara; pero él gritaba aún más fuerte:-¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerlo a su presencia. Cuando llegó, le preguntó, diciendo: -¿Qué quieres que te haga?” Lucas 18.38-41
“Esa pregunta será permanente, pero es obvio que no siempre seremos atendidos en el momento que pedimos”, alertó.
Enseguida, citó un comentario dejado en su blog por el internauta Fábio Rodrigues Grigoletto:
“En los primeros 15 días del último sacrificio, en la fe de Abraham, mi vida económica fue muy difícil. Después que entregué mi voto en el altar el domingo, el último día, el quince, fue aun peor. Soy taxista y alquilo un auto para poder trabajar, y el lunes siguiente un colectivo chocó mi auto y quedó destruido, pero tengo la certeza de que la victoria es mía, pues no pedí cualquier cosa, sino el Espíritu Santo, ¡en el Nombre de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo! Jesús está conmigo, podría haber muerto. ¡Alabado sea nuestro Señor!
Y finalizó diciendo: “Quien tiene fe para pedir, tiene fe para recibir; quien tiene fe para dar, también tiene fe para recibir. Nadie sembraría si no fuera movido por la certeza de que va a cosechar. Y quien pone eso dentro nuestro es el propio Espíritu Santo”.
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