“Mi nombre es Lilian, tengo 25 años, vivo en Jacarepaguá, en Río de Janeiro. Fui criada prácticamente dentro de una casa de los espíritus, donde fui entregada a los espíritus malignos desde el vientre de mi madre. Pero fui adoptada con 20 días de nacida.
Necesitaba mucho afecto, tenía pocas amistades. Vivía un infierno, bebiendo y fumando. Dormía y despertaba drogada. Yo sentía placer en el mundo de las tinieblas, pero no sabía por qué.
Era una joven muy perturbada y llena de enfermedades. Nadie daba nada por mí.
Debido al odio en mi corazón, intenté hacer un pacto con el diablo tres veces. Sin embargo, Dios no lo permitió.
Llegué a vivir en la calle, en la casa de uno y de otro, y no tenía ninguna perspectiva de vida.
La persona que yo más detestaba fue la única que me ayudó a conocer a ese Dios tan grande, me recibió en su casa, sin siquiera saber bien quien era.
Pero mi vida no cambió de un momento para el otro. ¡No! Tuve que perseverar mucho. Me lancé en la primera Hoguera Santa de Israel dando mi todo, descendí del altar y los dolores que sentía en los huesos cesaron en el momento.
La Hoguera Santa para mí es una gran oportunidad para cambiar toda la vida de una persona. Sin embargo, para eso, es necesario que haya una indignación inteligente, lanzarse en el altar de cuerpo, alma y espíritu. Pues no sirve de nada colocar el valor mínimo o máximo en el altar de Dios, sin el sacrificio pedido por Él.
Tuve mi vida totalmente transformada.
Hoy soy una obrera de la Fuerza Joven Taquara.”
Una mano amiga
El testimonio de arriba muestra que el Señor Jesús siempre tiene una manera de recibir a quienes Lo buscan. Él cambia sus vidas y, reciben el Espíritu Santo, les da fuerzas para perseverar hasta obtener resultados como el de Lilian. Antes era alguien sin esperanza, hoy es un ejemplo para sus hermanos, a los que ayuda en la Fuerza Joven.
Sin embargo, hay otra cosa que el testimonio muestra, que es imprescindible en casos como ese: alguien se ocupó de Lilian cuando ella solo sobrevivía día a día como un despojo de ser humano en las calles. Llena del amor de Dios, la persona que la recibió hizo mucho más que darle un techo, le dio atención y cariño. Le mostró el camino.
Es eso lo que los jóvenes del proyecto Dosis Más Fuerte de Mangueira, también en Río, han realizado, un trabajo continuo de concientización y combate a las drogas, con grandes resultados.
Recientemente, los voluntarios del proyecto fueron en búsqueda de quienes viven en la calle y usan drogas, para llevarles alimentos, a lo largo de una semana. Más que cuidar de lo físico, llevaron hasta los hermanos de la calle una palabra de esperanza, cuidando su lado espiritual. En esa oportunidad, los voluntarios los invitaron a un evento de la acción social, en el Cenáculo el domingo, donde habría más actividades de Dosis Más Fuerte.
Ese día, la acción social se preparó para recibir a los invitados, con cortes de cabello, baños improvisados, donación de ropa y de comida. Sus necesidades físicas fueron suplidas.
Sin embargo aún era necesario suplir la mayor necesidad: la espiritual. El pastor Nilson Diniz hizo una oración para que sean libres de las drogas e invitó a todos los que querían dejarlas a tomar esa decisión en el momento. Los jóvenes decidieron abandonar ese vicio, y los que llevaban drogas las arrojaron al suelo, lo que representó la liberación de esa sustancias nocivas.
La historia de Lilian, de Jacarepaguá, se repite. Una joven que se unió a la iniciativa ese domingo en el Cenáculo de Mangueira fue Tatiana, una joven madre de tres hijos, que vivía en las calles desde hacía 4 meses. Ayudada por los voluntarios, ya llevaba 2 días sin usar drogas y volvió a su casa el martes, donde fue nuevamente aceptada por su familia. Está dispuesta a reescribir la historia de su vida.
Es solo uno de los muchos frutos de la Dosis Más Fuerte, que ha trabajado para transformar vidas y prueba que es posible ser libre de la esclavitud espiritual y física de las drogas.