No se asuste por las amenazas que anteceden el sacrificio, éstas representan su victoria
En el poco tiempo que queda, tenemos que estar consientes que es el momento más difícil para quienes están construyendo el sacrificio, es decir, los que están preparándose para salir de la esclavitud impuesta por el “faraón” de este mundo, el diablo, el que impide la materialización de los sueños y la realización de proyectos y objetivos.
Y ¿por qué es el tiempo más difícil? Según los especialistas, en una maratón los últimos 8 km son los más difíciles, no tanto por el cansancio físico, sino por la acción psicológica ejercida en el atleta.
En relación a la fe, sucede lo mismo. Nosotros no podemos olvidarnos que la novena plaga enviada sobre Egipto, ya muy cerca de la liberación de los esclavos hebreos, el Faraón intentó negociar, diciendo: “Id, servid al Señor; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.”. (Éxodo 10:24). El sabía que el peligro no era que se fueran, porque sin nada para sacrificar, no podrían ir muy lejos. Intentó también usando el sentimiento, diciendole: “los niños pueden ir también”, es lógico que si ellos se iban los niños saldrían tras ellos; pero Faraón se ocupó de mencionarlos, para que ellos pensaran en sus hijos y lo tuvieran en cuenta antes de tomar la decisión.
Es el momento de subir y, con seguridad, el diablo va a querer negociar, porque él sabe que si usted cumple con lo determinado, o incluso va más allá de lo que determinó, no será más su esclavo, por lo contrario, usted va a dar testimonio de su victoria y de nuestro Señor, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y Él será glorificado.
¿Cómo va a intentar impedirlo? Poniendo duda, miedo, inseguridad, pensamientos negativos, situaciones adversas, dificultades para ir a la iglesia, usando incluso una situación familiar, y otras artimañas posibles.
¿Quiere un consejo, una orientación? Aumente su fuerza y no se preocupe. Moisés le respondió a Faraón: “Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; (…) para servir al Señor nuestro Dios”. La preocupación de él y la del pueblo era tener algo para sacrificar. La preocupación de hoy no debe ser recibir más sin SACRIFICAR. Porque el recibir ya está garantizado, para los que cumplen y tienen “mano fuerte”.