Claudia Ovejero sufrió mucho debido a las mentiras y las agresiones, era una mujer triste y depresiva. Ella inició una relación con un hombre doce años mayor cuando tenía 16 años, tuvieron una relación normal hasta que un día le preguntan qué hacía con ese hombre casado.
“Yo no quise creerlo, no podía ser, yo conocía a su madre. Fui a donde él vivía y estaba casado y tenía dos hijos, cuando lo descubrí hizo de cuenta que no me conocía y todos mis planes se fueron a pique. Esto me alteró, quería llenar mi cabeza con otras cosas para no pensar en él. Al tiempo inicié otra relación, estábamos bien y un día al ir a buscarlo al trabajo me entero de que hacía 15 días que no iba, pero de mi casa salía para el trabajo, estaba haciendo vida de soltero. A la noche él me dice que lo habían despedido, otra vez me habían mentido. Yo mantenía la casa y aun así soportaba sus amenazas y agresiones, pero un día me cansé y me fui. Volvimos a intentar ser felices, pero fue en vano porque me enteré de que me engañaba con mi mejor amiga”.
Ella formó una nueva pareja, él cuidaba y la protegía aunque ella lo maltrataba porque ya no creía en el amor. “Él hacía de todo para que yo estuviera bien, recuerdo que estaba depresiva porque no podía tener un hijo y aun así él se mantenía a mi lado”, relata.
Estaba a punto de perder un embarazo cuando se acercó a la Universal donde le enseñaron a usar su fe. Al tiempo, el bebé nació bien y su pareja fue viendo un cambio en ella. Dios obró en su relación y ahora disfrutan de la hermosa familia que formaron. De ser una mujer decepcionada de la vida y de los hombres, pasó a ser una mujer realizada.
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