Navidad y Año Nuevo recuerdan la confraternización, la paz, la armonía. Sólo que con el tiempo, para mucha gente, se convirtió en sinónimo de corridas, desgaste y mucho estrés. Preparativos para las fiestas, compras de regalos en shoppings y calles repletas de personas, deudas y mucho más terminan por transformar una de las épocas más especiales del año, en una de las más onerosas y agotadoras.
Y no es solo eso. Muchas personas se sienten angustiadas y tristes, algunas veces por la presión externa de los conocidos y de los medios de comunicación, que muestran aquellas famosas familias de propaganda de margarina en la que todo tiene la obligación de salir perfecto y todos se aman indiscriminadamente. Quien vive solo, en lugar de pensar en el bonito significado de la fecha o simplemente descansar los días feriados, termina deprimido.
No tiene nada de malo regalar, usar los adornos navideños en las calles y shoppings, ofrecer una deliciosa y especial cena a los familiares y amigos. Pero cuando todo eso parece una obligación, dejando el verdadero sentido de las fiestas en segundo plano (o ni siquiera eso), la experiencia puede no ser de las más agradables. El nacimiento de Jesucristo entre los hombres, la reunión familiar, el clima diferente que el propio mes de diciembre tiene y otras cosas buenas dan lugar a inmensos congestionamientos en el tránsito, los comercios colmados de gente y gastos, a veces, innecesarios. Sumando la irritabilidad, como si durante todo el año fuera poca.
En resumen, ¿dónde está la Navidad de verdad? ¿Cómo pasar las fiestas de fin de año sin la carga de estrés que colocaron en los últimos tiempos? ¿Cómo no caer en depresión por no pertenecer a un “modelo” preestablecido de festejos? Cecilia Zylberstajn, psicoterapeuta de niños y adultos en San Pablo, da consejos muy interesantes sobre cómo vivir las fiestas de acuerdo a su realidad, sin necesidad de seguir los padrones impuestos, e incluso, reinventar estas fiestas, lo cual en su opinión, es un ejercicio muy valioso para la mente y debe hacerse en varios momentos de la vida.
Cambio de ciclos
La Lic. Zylberstajn explica que el final del año tiene un significado simbólico muy fuerte para mucha gente, implicando más que un cambio de números. “Algunas personas hacen las llamadas ‘resoluciones (propósitos) de año nuevo’ con la esperanza de cambiar algo necesario en sus vidas. Por eso, el final del año es una época de mucha reflexión, de ‘balance’ de lo que fue realizado o no, una época en la que aquella vieja pregunta ¿quién soy yo?’ golpea fuerte. También existe una inevitable comparación con el mismo período del año anterior, lo que puede causar alegría para algunos y frustración para otros.” La psicóloga hace la analogía de fin de año a un “cumpleaños colectivo”, con los mismos anhelos y preocupaciones que la fecha genera comúnmente. “El cambio de calendario hace tocar una alarma que estuvo en silencio todo el año. Muestra que el tiempo está pasando, y eso hace que mucha gente caiga en reflexiones , lo que no es necesariamente malo, ni tiene que serlo.”
La especialista, que se destaca en su trabajo como psicodramatista (profesional que usa a interpretación dramática como forma de abordar el problema del paciente), hace una descripción del tiempo muy interesante, totalmente coincidente con los sentimientos comunes del fin del año. “Usted mira el calendario a lo largo de todo el año, pero no lo ve necesariamente, no le da mucha atención. Las agujas del reloj andan tan lentamente que parecen paradas, al igual que los minutos. Mientras tanto la aguja de los segundos, por lo menos las ve moviéndose, lo que le da una noción más concreta de que el tiempo está pasando. Es algo más inmediato, pero que también es olvidado rápidamente. El fin del año hace que usted se dé cuenta que el calendario que vio todo el año está terminando; las decoraciones y propagandas de Navidad comienzan a aparecer y hacen que se vean diferentes tanto calles como casas. ¡Es como un golpe en el estómago! Usted finalmente tiene noción de que el tiempo está pasando. Usted sintió eso por un motivo muy simple: se detuvo a mirar.”
“Lente de aumento”
En el ámbito familiar, los festejos de Navidad y Año Nuevo a veces son la única chance en el año de reunir a toda la familia. “Y los festejos tienen un poder de ‘lente de aumento’ en relación a los acontecimientos, tanto para el lado bueno como para el malo”, dice la psicóloga. Algunas familias tienen su primera Navidad sin un pariente que perdieron recientemente, y aquel momento difícil parece aun más difícil. Personas solitarias tienen la impresión de que la soledad aumentó. “Es más o menos como el Día de los Enamorados, que sólo es muy bueno para quien está enamorado”. Fuera de eso, la especialista advierte sobre las presiones de los medios de comunicación, que parecen imponer que todo el mundo está obligado a ser feliz, que las familias son perfectas (lo que no siempre corresponde a la realidad). “Pero una reflexión sobre cosas de esta época , es que puede ser sufrida, pero también productiva”.
Reinventar la Navidad
¿Cómo no sentirse obligado a la “Navidad modelo”? Incluso la ficción aborda el fenómeno de forma lúdica, pero reflexiva. En el film “Una Navidad diferente” o “Christmas con los Kranks” , basado en el libro “Olvidando la navidad”, de John Grisham; un matrimonio de media edad aprovecha la ausencia de su hija, que viaja por el exterior, para huir de todo lo que signifique la Navidad, en cuanto al padrón norteamericano: filas, invierno, adornos, gastos, tránsito difícil y otras “obligaciones”. Deciden abandonar todo y viajar solos en un crucero con mucho sol. Pero su hija cambia de decisión y quiere pasar Navidad con sus padres. Ambos corren contra el reloj, en tono de comedia, para preparar todo de lo que huían, con un agravante: a último momento. Sólo para darse cuenta que el motivo de la Navidad no era aquel montón de detalles a los cuales se sometían todos los años.
La clásica historia del escritor Dr. Seuss (considerado el “lobo guardián” de Estados Unidos para varias generaciones), ¡Cómo El Grinch robó la Navidad! (How The Grinch Stole Christmas), muestra el monstruo verde del título creyendo que va a terminar con la fiesta de una pequeña ciudad si llegara a robar todos los regalos, adornos y cenas, hasta que logra aprender que no puede robar la navidad del interior de las personas, lo que la propia población había olvidado – menos un simple niño.
Otra historia más reciente, el film “Navidad sin suegros” (que si tuviera un título más de acuerdo con la traducción literal sería mucho más feliz: “Cuatro Navidades”), muestra a un matrimonio que también planeaba un viaje solos. Pero se cancelan todos los vuelos y se tienen que repartir para pasar la Navidad con los cuatro matrimonios formados por sus padres (quienes se separan y se casan por segunda vez).
El arte imita a la vida cuando quiere hacernos pensar en ella. La Lic. Zylberstajn tiene una opinión muy interesante sobre el formato forzadamente “oficial” de la fiesta navideña: que cada uno “reinvente” su Navidad. “Si usted piensa en su fin de año según sus posibilidades, de acuerdo al momento que está pasando en su vida, será mucho más satisfactorio. Si en el momento el fuerte es con su esposa o marido, ¿qué mal puede haber en pasar Navidad en una casa o viaje? Es mejor que ir a lugares que usted no quiere, sólo para agradar a la familia.” La especialista aclara que la Navidad en familia no es una experiencia negativa para la mayoría de las personas, pero que no es necesario un modelo preestablecido.
Y en el “padrón” de Navidad del capitalismo existen los gastos. ¿Entonces es real que es necesario endeudarse a raíz de las fiestas? “Siempre que usted quiere hacer algo según con su real capacidad financiera, tiene muchas chances de que salga bien. Nadie debe quedarse comparando con la otra persona; si su hermano le compró un regalo mejor para su hijo, si la casa del vecino está más adornada que la suya, u otras cosas de ese estilo.” Y agrega que, “la forma que una persona maneja el dinero habla mucho cobre cómo logra manejar la realidad, y sobre su forma de ser en varios aspectos de su vida.”
Cada año de una manera
También añadió, que en su opinión, no todas las Navidades deben ser iguales. “Cada año puede inventarse una forma diferente de festejarse Navidad. Uno con la familia, otra solo con su pareja o viajando solo. El otro año, en familia de nuevo, pero en un lugar diferente, sin que sea necesariamente en la casa de un pariente. Esa reinversión hace muy bien a la salud mental, con significados presentes, de acuerdo con el momento por el cual estemos pasando.” Continúa diciendo “Si cada Navidad fuera de una manera diferente será más fácil recordarla, tendrá algo especial, diferenciándose de las demás. Cuestionar el padrón que empujan encima nuestro es un ejercicio saludable, en este caso.”
Lo mismo sucede con Réveillon (la gran celebración de Año Nuevo carioca) según la psicodramatista: “Mucha gente acostumbra viajar, pasar la fiesta de Año Nuevo en lugares diferentes. Si este año no pudo viajar, ¿quién dijo que pasar el cambio de año en casa tiene que ser malo?” Lo más importante es estar “con quien a usted le guste celebrar la vida”, según Cecilia.
La familia, por su lado, también debe entender si algún pariente eligió las fiestas de una manera diferente a la tradicional. Si un matrimonio viaja en lugar de reunirse con los padres de ella o de él, todos tienen que respetar eso. Las presiones sociales son grandes en esta época, aunque no es necesario. “Cuando nota cuántas posibilidades tiene para hacer una Navidad diferente, se espanta. Pero siempre existieron. Aunque entre en conflicto con la cultura establecida”, dice la psicóloga.
Rescate
Dejar de apegarse a detalles que parecían más importantes de lo que eran, usando la imaginación, gastando solo lo que se puede (si se pudiera), en familia -solo, en pareja o en otras tantas formas- se puede hacer que la Navidad vuelva a tener su significado real: además de la fiesta para el cumpleañero de la fecha, es una época en la realmente todo es diferente y podemos sacar lo mejor de nosotros. Hacer que otras familias tengan una navidad menos triste y limitada, pero con los pies en la realidad. Respetar a quien se quiera quedar solo en casa o invitar a quien no quiere eso. Estar con la familia, si esa fuera la voluntad de todos.
Vale compartir los preparativos también, que no deben ser obligatorios ni una fuente más de estrés. Después de todo, el clima navideño no se resume solo al 25 de diciembre. Existe toda una preparación a la navidad que no necesita estar vinculada al consumismo, gente se empujándose y peleándose dentro de los negocios, estacionamientos y aeropuertos, envidiándose y teniendo que gastar más en el siguiente año con terapia, por causa de algo que debería hacer bien.
Sí, disfrute de todo lo que la buena Navidad significa a lo largo del último mes del año, ya que como bien dice la sabiduría popular “lo mejor de la fiesta es esperarla”.