La señal que el apóstol Juan vio es grande y admirable. Grande porque contiene mucho más de lo que fue visto hasta entonces. Admirable porque incluye las mayores revelaciones al respecto de los milagros del Juicio de Dios para el mundo actual.
Estos últimos juicios tienen mucha semejanza con los juicios de las siete trompetas. La gran diferencia, sin embargo, es que los flagelos de estos siete ángeles traen las últimas y restantes plagas.
Cuando Juan nos habla de estos “últimos” flagelos, podemos tener una idea de cómo deberán ser cuando dirigimos nuestros ojos también a la última plaga derramada sobre Egipto.
En aquella ocasión, cuando el ángel de la muerte pasó a la medianoche por la tierra de Egipto, todos los primogénitos de los egipcios murieron, estando libres solo los hijos de Israel.
Pero antes de que el apóstol escribiera los detalles del derramamiento de los últimos flagelos, describe otra visión: la de algo como un mar de vidrio, mezclado con fuego.
Parece que él quería decir que ese mar se convirtió en una especie de Mar Rojo celestial, significado que los mártires que vinieron de la Gran Tribulación y vencieron a la bestia finalmente lograron atravesar el Mar Rojo de la Era anticristiana.
El Mar Rojo fue de importancia vital para la salvación de los hijos de Israel, pues exactamente allá perecieron definitivamente todas las esperanzas que el Faraón tenía para mantener el pueblo de Dios en la esclavitud egipcia.
Es por esta razón que el apóstol vio una multitud victoriosa, que pasó por el tamiz de la Gran Tribulación y que tuvieron sus vestiduras lavadas en la sangre del Cordero de Dios: “… Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” Apocalipsis 7:14
A pesar de toda la tortura física y espiritual, estos no negaron su fe. Pienso que muchos de estos héroes son justamente aquellos cristianos cobardes de hoy, abatidos delante de una pequeña prueba.
Muchos de estos “cristianos de paja” piensan que profesando la fe Le están haciendo un gran favor a Dios, y un mínimo de decepción ya es suficiente para que evalúen si continúan o no en la Iglesia.
Vendrán días en los que no tendrán el derecho ni siquiera de creer en el Señor Jesús, ¡mucho menos de ir a la Iglesia! Entonces, la evaluación de ellos será otra: ¡perder la vida en este mundo para ganar la vida eterna o perderla por toda la eternidad!
La visión que el apóstol Juan nos pasa es la de los vencedores, de aquellos que se resistieron a adorar la imagen de la bestia y recibir el número de su nombre. Ellos estaban de pié en un lugar como un mar de vidrio mezclado con fuego.
¿Qué hacían ellos? Recibieron arpas de Dios para tener el privilegio de entonar el mismo cántico de alabanza y gloria que Moisés cantó en la liberación del pueblo de Israel del yugo egipcio.
En aquella oportunidad, Dios liberó a Israel a través de la sangre de un cordero. Y Moisés entonó un solemne cántico en alabanza al Señor (Éxodo 15:1-21). Eso no significó todavía la liberación de la esclavitud mundana, sino solo una indicación profética de la verdadera redención que vendría a través del Hijo de Dios.
El cántico del Señor Jesucristo, que ellos entonaron, se refiere a la redención perfecta y eterna realizada por el Señor cuando reconcilió al mundo Consigo mismo, en la cruz del Calvario.
El cántico de Moisés es de mediador de la Antigua Alianza, y el del Señor Jesús es de Mediador de la Nueva Alianza. El último resultado de esta eterna redención, que todo completará, será la derrota del anticristo por el Cordero de Dios.
El cumplimiento de estas profecías se está aproximando. No hay un cristiano de verdad que no vea en los días actuales señales del fin de los tiempos. Incluso, en el sermón profético, el Señor Jesús hizo mención de las tres señales que indicarán Su vuelta: la del Hijo del Hombre en el Cielo, la de la higuera y la del tiempo de Noé, o sea, la corrupción moral del ser humano antes de Su vuelta.
La manifestación de la bestia de diez cuernos es inminente, pues todo el desorden moral, político, económico y especialmente religioso forma parte de una preparación para su manifestación en breve.
Los gobiernos están cada vez más desgastados y debilitados delante de tanta violencia sobre la faz de la Tierra. A pesar de todos los esfuerzos políticos, el espíritu terrorista avanza contra todos, incluso contra inocentes. Mientras el Primer Mundo es asolado por el terrorismo, el Tercer mundo lo es por las guerras, por las revoluciones y por la intensa lucha de clases. Todo ese desorden mundial impuesto por los principados infernales tiene un único objetivo: preparar el camino para la manifestación del anticristo.
Sí, pues él surgirá del mar de las naciones, esto es, de en medio de ellas, como un político inteligente, capaz e influyente, que tendrá respaldo a nivel mundial para promover, inicialmente, una falsa paz.
Él surgirá como “salvador de la patria”, trayendo soluciones que, aparentemente, van a concederle notoriedad política y económica en todo el mundo. Las señales de preparación para su manifestación ya son notables, pues el mundo está dividiéndose en bloques; la Nueva Era y el ecumenismo caminan aceleradamente juntos, y todo esto ha ocupado los titulares de los medios impresos y electrónicos en todo el mundo.
Si quiera aprender más sobre este tema y otros relacionados con la salvación y el bautismo con el Espíritu Santo, participe todos los miércoles de la “Noche de la Salvación”, en la Universal principal ubicada en Avenida Corrientes 4070 Almagro.
Encuentre la iglesia más cercana a su domicilio entrando a www.universal.org/direcciones.
(*) Extraído del libro “Estudio del apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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