Marta y Norberto pasaron por una infancia que los dejó marcados. Ella sufrió viendo pelear a sus padres: “En mi infancia, mis padres estuvieron a punto de matarse entre sí. Me volví tímida, y era depresiva”, comenta Marta.
La situación de Norberto también era difícil: “Mi papá tenía el vicio del alcohol. En mi adolescencia conocí la noche y el alcohol, ahí mi vida fue en picada. Conocí a Marta cuando tenía 18 años y ella 15 años. Nos fuimos a vivir juntos, pero la dejaba a ella en la casa, mis amistades eran la prioridad. Es como si ella no fuera parte de mi vida y solo la mantenía para mostrar que vivía con una mujer. Ella me llegó a levantar la mano y ambos fuimos infieles. Todo que lo que ganaba iba derecho al vicio, era un padre ausente”.
Marta llegó a la Universal, pero no fue fácil que su esposo se entregara a Dios: “Comencé a luchar y le dije a él que si no cambiaba se terminaba todo. Él empezó a ir a la iglesia y fue transformado. Hoy estamos libres de todo, no hay miseria y en lo sentimental estamos como novios”.
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