Mi nombre es Venkatesh, tengo 42 años y vivo en Chennai, en India. Estoy casado, soy padre de tres hijos y hoy vivo muy bien, gracias al Dios Vivo que la Universal me presentó.
Pero no siempre fue así, yo nací en una familia ortodoxa, en la cual crecí celando por mi religión y mis dioses. En mi juventud, ese celo se transformó en algo mucho más fuerte y me convertí en un fanático, un radical por aquello en lo que creía. Mi padre y yo decidimos construir un templo para una diosa llamada Karumaari or Maaththamman, y gastamos una buena cantidad en la construcción del mismo.
Todos los años, en el mes de julio, que llamamos mes “Audi”, un mes especial para la “diosa” Amman, yo hacía algo muy especial para esta “diosa”, decoraba todo el templo y realizaba varios rituales.
Por su parte el mes de setiembre (Purattasi) es dedicado al dios Perumal, y durante todo ese mes yo me dedicaba a ese dios. Solo comía vegetales, pero no era solo eso lo que le ofrecía a ese dios. Para cumplir parte del ritual, tenía que latiguearme desde las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana del día siguiente, usando un látigo con fuego, esta era una preparación, pues ese mes todavía tendría que caminar 350 km hasta llegar a una ciudad llamada Thirupathi, donde está uno de los mayores templos hindúes de India. El trayecto para llegar es de 5 días, también tenía que regresar a pie, o sea, un total de 700 km.
Pero antes de viajar a pie los 350 km, tenía que reunir a personas de mi barrio y hacer una gran fiesta, en la cual decorábamos las imágenes de los dioses y hacíamos rituales de ofrendas. Y uno de los más difíciles fue tener que empujar autos con ganchos en mi espalda por 5 km. Hice todo eso durante varios años.
Yo poseía 7 Tuk Tuk (triciclo asiático) y también algunas joyas de mi esposa, pero vendimos todo para cumplir con los rituales que costaban caro, terminé teniendo que pedir prestado para continuar con los rituales y así obtuve muchas deudas.
Yo era un líder espiritual, tenía como miembros a 11 personas, ellas eran mis discípulos en el hinduismo.
Yo hacía todo eso no solo por celo hacia mi religión, sino con fe de que aquellos dioses me iban a ayudar a resolver mis problemas. Sin embargo, en 22 años sirviendo a los dioses hindús como predicador, perdí lo poco que tenía, contraje deudas, además de ser adicto al cigarrillo. Uno de los momentos más difíciles de mi vida fue ver a mis hijos pidiéndome pan y no tener absolutamente nada para ofrecerles a mis niños, era angustiante.
Fue cuando comencé a pensar en el suicidio. Ya no dormía bien, no tenía paz, ya estaba involucrado con una amante hacía 4 años y, claro, mi esposa no lo sabía.
Me convertí en una persona muy agresiva dentro de casa, comencé a pegarle a mi esposa, pues por estar traicionándola con una mujer casada, pensaba que ella también me hacía lo mismo, cada vez que la veía era una pelea segura. A causa de toda la tortura que le hacía, mi esposa intentó suicidarse.
Hasta que un día mi esposa fue invitada por un grupo a ir a la Iglesia Universal. Ella fue sin mi consentimiento, cuando me enteré la agredí y no le permití que volviese, pero ella continuó yendo. Uno de mis compañeros que también frecuentaba la Universal ya me había invitado, y yo había rechazado la invitación varias veces. Sin embargo, un día, a fin de agradar a ese amigo, decidí ir con él, pero en el camino, ya cerca de la Iglesia, me volví, pero aquel amigo lo encontró extraño y me invitó nuevamente.
Finalmente llegué a la Universal, aun sin haber ido nunca a una iglesia, pues creía que todo era lo mismo. Hasta que oí el mensaje y sentí algo diferente dentro de mí, algo que nunca antes había sentido. Decidí visitarla varias veces, pero no fue fácil para mí, pues yo era un predicador del hinduismo. Eran muchos los pensamientos en mi mente sobre lo que las personas iban a pensar si se enteraban de que estaba frecuentando ese lugar, creyendo en Ese Dios.
Pero lo que recibía allá era algo muy fuerte dentro de mí, y traté de ir a escondidas. Sin embargo, mis familiares se enteraron de todo y comenzaron a perseguirme, llegaron a llamarme asesino, así como los “amigos” que también me perseguían.
Yo estaba decidido, pues ya no lograba ni dormir. Recuerdo como si fuese hoy que el pastor llamó adelante a las personas que estaban con problemas tales como insomnio, deseos de suicidio y problemas espirituales. Fui delante del Altar y esa noche el pastor me preguntó cuál era mi problema, le dije que hacía años que no tenía un buen sueño. El pastor me señaló y dijo: “Hoy a la noche usted va a dormir como nunca”, y fue justamente eso lo que sucedió.
Durante 22 años yo no había tenido un buen sueño debido a mis problemas, pero esa noche dormí muy bien. Todo lo que quería era un poco de paz, pues en esos 22 años que había servido a los dioses nunca había sabido lo que era tener paz, aun haciendo todo tipo de rituales, los dioses nunca habían podido concederme un poco de paz.
Al otro día estaba decidido, llamé a mi esposa y le dije que a partir de ese instante no adoraríamos más a aquellos dioses: ¡Vamos a seguir solo a Ese Dios llamado Jesús!
Continué frecuentando la Universal, comencé a oír y a practicar la Palabra de Dios, aprendí que debía dejar atrás la vida vieja y fue justamente eso lo que hice. Desde entonces, nunca más me volví a otros dioses, eliminé a todos los dioses que había en mi casa, dejé todo de lado. Decidí ir a la casa de la amante que tenía y le dije que no contara más conmigo, pues ya no era el mismo que ella había conocido, le confesé todo a mi esposa y ella me perdonó.
Me bauticé en las aguas, pues entendí el mensaje sobre nacer de nuevo. Luché por eso y, al participar del Ayuno de Daniel, fui bautizado con el Espíritu Santo. Dios restauró mi vida, hoy soy muy feliz, la paz que tanto deseé tener durante 22 años, la recibí en poco tiempo siendo fiel al Señor Jesús. Soy fiel a mi esposa y vivimos en un hogar bendecido.
Aquel Venkatesh que llevaba a las personas a adorar a dioses, hoy, como obrero, sirve a un Único Dios y lleva a las personas al Único Señor y Salvador de sus vidas, ¡el SEÑOR JESUCRISTO!