A través de este email, me gustaría compartir con usted algunas experiencias aquí en el Templo.
En los últimos meses, personas de varios países, culturas y lenguas, se han interesado en conocer al Único Dios, el Dios e Israel.
Recientemente, recibimos a un matrimonio de Israel. Antes de entrar en la explanada, percibí que la esposa del señor que nos aguardaba estaba fumando, nerviosa, con una apariencia angustiada.
Durante el tour ambos cuestionaban mucho nuestra fe en Yeshua, ¡un torbellino de dudas!
Cuando los condujimos para que conocieran el interior del Templo, el Santuario, el silencio fue absoluto. Era como si el propio Dios estuviese hablando con ella, con certeza lo era. Al ver cómo ella estaba admirada y, al mismo tiempo, tocada por Dios, la invité para que Le escribiera un pedido al Dios de Israel y para hacer una oración conmigo, ella aceptó.
Nos acercamos al Altar, mientras mi esposo conversaba con el de ella del lado de afuera. Quedó tan agradecida que también deseó dar una ofrenda para el Templo.
Oré por ella, y al final de la oración dije el nombre de Yeshua (Jesús), las lágrimas de la mujer fueron inevitables, ¡usted con certeza puede entender el tamaño de mi alegría!
Hace pocos días esa mujer me escribió diciendo que está deseando mucho conocer nuestra comunidad Universal en Tel Aviv, sé que Dios comenzó la obra en su vida.
Otra ocasión semejante fue la de una madre y una hija, también de Israel, que vinieron a São Paulo únicamente para ver el Templo, uno de los pastores sacerdotes las condujo hasta la reunión que acababa de comenzar en el Templo, un martes, ellas se sentaron en la última fila.
Como no teníamos nada preparado para la traducción, pude traducir la primera oración del obispo a sus oídos, que trataba de cura física e interior, el obispo decía: “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”, cuando me di cuenta, estaban con los ojos cerrados y levantando las manos juntamente con todo el pueblo para la oración. Esa joven nos comentó que tiene el Nuevo Testamento en su casa, pero que nunca lo había leído porque le dijeron que estaba prohibido en su religión.
Muchas de las personas que nos visitan de otros países o de otras religiones nos dicen lo mismo: “¡Yo no esperaba ver lo que estoy viendo! Este lugar trae paz.”
Otros tantos ya se quedaron para participar de las reuniones de martes, jueves y viernes, eso significa que existen muchos que tienen hambre y sed de justicia y buscan respuesta en el Dios Vivo.
Me acuerdo de tres personas de Israel que aceptaron la oración por sus familiares junto al Altar del Templo con el obispo Miguel, mi esposo y otro pastor, todos nos dimos las manos y, en el nombre de Yeshua, ellos recibieron la oración y dijeron que estaban sintiendo mucha paz.
Es un trabajo de hormiguita para ayudar a las personas necesitadas, pero son personas como estas que mencioné las que nos traen satisfacción, ¡mucha satisfacción! Mi espíritu se llena de alegría cuando alguien que nos visita de otro país e incluso de otra religión, entre muchos que visitan el Templo, acepta orar con nosotros y participar de una de las reuniones.
Y por último, hace dos días, tres monjes budistas de un país llamado Tíbet, al sur de China, vinieron a visitar el Templo.
Me impresionó mucho, pues nunca había hablado con un monje, en las fotos de abajo usted podrá ver a un joven más alto, él es un suizo convertido al budismo. A través de él, junto con un pastor que nos acompañaba, hacíamos el tour en inglés y él traducía al idioma de los otros dos monjes. Al final del tour, él afirmó que volvería con otros monjes que está aquí en Brasil por poco tiempo y que luego volverán al Tíbet.
Obispo, son muchas las experiencias por el poco tiempo aquí en el Templo, me gustaría contar cada una de ellas, con argentinos, españoles, americanos e incluso sirios que vinieron este último viernes. Personas que se liberan de problemas espirituales, entre otras que reciben el Espíritu Santo allá adentro.
Realmente es un lugar de Salvación y la Casa de Oración para todos los pueblos, independientemente del país o religión.
Y lo más maravilloso es que Dios no nos necesita para salvar a nadie, pero Él cuenta con nosotros por Su infinita misericordia y gracia.
Sara Maia