Se habla mucho de las figuras de los Caballeros del Apocalipsis – Guerra, Peste, Muerte y Hambre. Pero son más que simples figuras míticas; ya sea unidos o separados provocan efectos que muestran claramente las señales del Fin de los Tiempos – previsto en el último libro de la Biblia. En la actual crisis que atraviesa Siria, a lo largo de 2 años, el hambre ya mata tanto como las armas. Familias, antes prósperas, ven a sus hijos sub alimentados muriendo poco a poco, en las ciudades como en el campo. Los pocos que comen, o reciben alimentos provenientes de ayuda humanitaria de instituciones como la Organización de Naciones Unidas (ONU) o ingieren vegetales silvestres. Algunos niños, de tan delgados, no logran ingerir ni siquiera el poco alimento que les llega.
Ese es el cuadro actual de un país que estaba orgulloso del accesible precio de los alimentos, así lo informó el diario norteamericano The New York Times (NYT). Como si no fuera suficiente, millones de refugiados sirios se asentaron en países vecinos, provocando que la crisis repercuta también en ellos, llevando más hambre y pobreza. Son personas que dejaron sus confortables casas, sus empleos, sus hijos abandonaron los estudios, y ahora viven en campamentos improvisados.
Según el NYT, a pesar de los esfuerzos locales e internacionales para proveer el sustento básico a los ciudadanos y refugiados, millones ya están pasando hambre y el número de muertes por la falta de alimento sólo crece – principalmente entre los niños más pequeños, ancianos, heridos y enfermos. Los especialistas en nutrición de ayuda humanitaria le informaron al diario estadounidense que, en poco tiempo, el número de muertos por hambre será superior a los abatidos por la violencia. Hoy, suman más de 100 mil muertos en 2 años de crisis.
Los voluntarios también afirman que si la privación de alimentos perdura, la próxima generación de sirios corre un serio riesgo de ser subdesarrollada física y mentalmente. Las madres dejan de amamantar. La falta de atención médica y de agua limpia lo empeoran todo.
Según la jefa de ayuda humanitaria de la ONU, Valerie Amos, en Siria, más de 9,3 millones de personas necesitan auxilio, de los cuales 6,5 millones están desalojados de sus casas. Los refugiados se distribuyeron entre Irak (foto), Jordania, Líbano y Turquía, impactando en su desarrollo económico y generando conflictos entre los sirios y los habitantes locales.
Varios establecimientos comerciales del ramo alimenticio, como panaderías y mercados, ya cerraron sus puertas a raíz de la creciente inflación. La producción agropecuaria descendió a niveles catastróficos. En el Apocalipsis está previsto que la inflación exagerada impedirá que muchos tengan acceso a la comida y a la bebida (Apocalipsis 6:5-6). En el versículo 8 del mismo capítulo, el Caballero Muerte se alía al Hambre, la Guerra y la Peste como sus agentes, “y el Infierno lo seguía”. “Infierno” es una palabra muy apropiada para lo que le sucede a los sirios en este preciso momento en Medio Oriente, escenario de las batallas del Fin de los tiempos, como está escrito en la Biblia.
[fotos foto=”ACNUR (ONU), Thinkstock”]
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