“Desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación” ( 1 Pedro 2.2)
Cada día leyendo y meditando la Palabra de Vida, estamos siendo formados con el carácter de Dios y también con un fuerte deseo de salvar otras vidas del engaño de este mundo.
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