Existen tres fuentes del río Jordán que se originan en el monte Hermón, el Monte de la Consagración. Este monte es el gran responsable del abastecimiento de agua en todo Israel. Incluso, la gran altitud del monte hace que capte buena parte de las precipitaciones en un área muy seca del planeta.
El agua que se encuentra en el monte es de muy buena calidad, repleta de las sales minerales de la montaña calcárea, que se infiltra por sus lados oeste y sur, por los poros de la roca, y fluye por sus canales.
Luego, esas aguas alimentan el lago Hule (foto), que después de éste continúan descendiendo como el Jordán, hasta llegar al Mar del Galilea, donde llega a los 24 quilómetros de largo y a los 12 de ancho. Desde allí, el Jordán continua, sinuoso, hasta encontrarse en el Mar Muerto. En ese camino, la vida se hace posible sus márgenes – y mucho más allá, también en los canales artificiales de irrigación que garantizan el agua para un sinnúmero de plantaciones de todos los las especies y para la cría de peces y ganado.
Justamente por ser la principal fuente de agua de la región, el área del Hermón es disputada por los países que la circundan. Tanto en los tiempos bíblicos como hoy, el agua es una riqueza comparable al oro dentro de una región tan seca. El Jordán, visto a través de cámaras satelitales, es básicamente una línea verde que serpentea por el desierto en algunos trechos, tamaña es la vegetación en sus márgenes (como es posible ver en el mapa, la línea verde sinuosa que lo corta en el centro).
Vida física y espiritual
Desde el punto de vista físico, es fácil concluir que todo el abastecimiento hídrico de Israel depende del Hermón.
Y a la vista, también:
“Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras.
Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Señor bendición, y vida eterna..“ Salmo 133
Sin agua, la vida física es imposible. Desde la de minúsculos seres invisibles a simple vista hasta la del mayor ser vivo que haya existido. Así como el agua del Jordán que nace del Hermón – el rocío citado en el Salmo anterior – hace posible la vida de plantas, animales y personas en todo Israel (como el caso de la labranza en Galilea- foto-), sólo por medio del Agua de la vida, el Señor Jesucristo, es posible la vida de todos nosotros como verdaderos hijos de Dios.
No es casual, Él mismo eligió ser bautizado por su primo, Juan Bautista, en las aguas del río que nace del Monte Hermón.
Y también fue el propio Mesías que, al explicarle a la samaritana que encontró al costado de un pozo sobre la Salvación, dejó eso bien claro para la posteridad en las Escrituras:
“mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:14
Juan nuevamente tocó el tema. En las escrituras del Apocalipsis, dejó bien claro de dónde viene la verdadera vida.
“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.” Apocalipsis 22: 1
El rocío del Hermón nace puro en la cima, y llega enriquecido por las sales minerales de sus rocas al principio del Jordán. Un agua saludable, que le hace bien al cuerpo y lo fortalece con sus preciosas propiedades. Pero la acción del hombre, al explorar indiscriminadamente el agua del río en que Jesús fue bautizado, está a punto de matarlo. Sí, gran parte del Jordán está a punto de desaparecer, según activistas ambientales, y las pocas aguas que restan, reciben contaminantes de las poblaciones que atraviesa. Inclusive el Mar Muerto está cada vez más cerca de desaparecer.
Al igual que el hombre corrompe el agua física del Hermón, muchas veces también busca “contaminar” el Agua de la vida que viene de Dios por medio del Señor Jesús, usando Sus preceptos, desvirtuándola con falsas enseñanzas. También la ensucia cuando usa todo lo que Dios le dio, sus dones, sus dádivas y bienes, para fines que cada vez lo apartan más de Él.
El Agua viva del Señor también nace con la mayor pureza que existe, pero cabe a cada uno que la recibe mantenerla limpia, pura y saludable por medio de sus actos, de su real compromiso como hijo de Dios.
Es esa agua la que irriga nuestra fe y fortalece nuestro espíritu, haciéndonos fértiles y prósperos, como hace el rocío del Hermón en Israel.
Vea, en el blog del obispo Edir Macedo, un vídeo que muestra el camino de las aguas del Hermón (acceda haciendo clic
en la foto):