Carina Machuca enfrentó un embarazo adolescente y una serie de problemas producto de su decisión de ir a vivir con su pareja.
“A los 16 me quedé embarazada, mi mamá intentó deshacerse del bebé, pero el embarazo siguió su curso normal. Con el tiempo ella cambió su actitud y pasó a querer al bebé. En ese tiempo nos fuimos a vivir a la casa de mis suegros y mi pareja comenzó a tomar y a drogarse porque no estaba preparado para ser padre. Se iba y me dejaba con mi hija, cuando salía de la casa, lo veía siéndome infiel con mujeres que vivían enfrente de nuestra casa, eso me hizo entrar en depresión”, cuenta ella.
Ella se volvió obsesiva, le revisaba todo, lo controlaba porque los celos la volvían loca. “Golpeaba a mi marido, nos insultábamos, un día agarré un cuchillo, otro día lo lastimé con un compás en los brazos, otra vez, cuando intentó agarrarme para que me calmara, le daba cabezazos en la nariz. Él no se daba cuenta porque estaba drogado. Un día decidí salir también. Salíamos tanto juntos como separados. Una noche tomé tanto que terminé en la sala de primeros auxilios, yo nunca tomaba pero ese día me descontrolé. Mi marido veía que yo estaba haciendo lo mismo que él y no sabía cómo ayudarme”, recuerda Carina.
Su familia no lograba salir adelante porque gastaban todos sus ingresos en los vicios. La depresión la consumía a Carina, se desmayaba en su casa y la llevaban al hospital, donde la medicaban para que durmiera. “Estaba tan mal que golpeaba a las mujeres que salían con mi marido, no me importaba nada, no me daba cuenta de lo que hacía”, destaca.
Su madre la invitaba a la Universal y un día ella aceptó la invitación. Al participar de las reuniones encontró la solución que tanto había estado buscando. La depresión pasó a ser solo un recuerdo del pasado, su interior cambió, su carácter también y fue viendo como Dios transformó su matrimonio. “Me pude desahogar en la iglesia, aprendía a reaccionar de manera inteligente y así mi matrimonio fue restaurándose. Hoy mi vida es otra, logré perdonar a mi marido y a las amantes de mi marido porque entendí que el perdón era fundamental para estar bien. Así pude volver a amar a mi marido y confiar en él, nos casamos y nos complementamos a la perfección”, afirma sonriendo.
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